Hola mis queridas weloversizers.
Hoy os quiero contar mi historia más por desahogar y liberarme ya del poco lastre que me queda de esta historia que por pedir consejo. Permitidme el uso de este foro que a veces tanto me ha ayudado tanto por consultas mías como por las que exponéis las demás para hacerlo.
En enero se cumplió un año desde que tomé la decisión de cortar la relación con mi pareja de muchos años. Llevábamos juntos más de una década y asumo muchas culpas de las formas en las que finalizó esa relación, pero sobremanera la de no haber dado el paso antes. Desde hacía un tiempo, mi vida con mi pareja se limitaba a la de una relación de amistad, y poco más. Lo más físico era obvio: no había relaciones sexuales entre nosotros desde hacía años. Simplemente, ninguno de los dos daba el paso para tenerlas y las discusiones a este respecto siempre acababan en un punto muerto. Ni me tocaba. El contacto se redujo primero a algunos encuentros de sexo oral (siempre por mi parte) y después a nada.
Los problemas de convivencia eran otro cantar. Aún más grave si cabe en estos tiempos en los que un Satisfyer te hace un apaño a la mínima. Desde que hacía años (¡años!) él se había quedado en paro, no hacía nada por salir de esa situación. Nunca dejó ningún currículum en parte alguna, nunca se sacó un curso, hasta casi pierde la prestación del paro por no notificarlo a tiempo. Íbamos tirando de mi trabajo y de pequeñas cosas en B que le salían a él pero que evidentemente no daban para vivir. Así que ahí estaba yo desde hacía años. Con una persona a la que consideraba buen amigo, pero que no aportaba ni la parte física de un noviazgo ni la parte de apoyo de un compañero de piso. Aún peor fue cuando, agobiado por la situación, comenzó a meterse en los proyectos en los que yo me embarcaba. Dejémoslo en que somos personas muy diferentes a la hora de trabajar, y que ni siquiera tenemos la misma formación ni la misma experiencia laboral. Yo me sentía siempre incómoda pero nunca le decía nada por mantener bien la relación. Quizás, pensaba, si está dentro de lo mío se anime a buscar trabajo por su cuenta después. Nunca fue así.
En el entretiempo tampoco ayudó la relación con su familia, muy absorbente; que nos juzgaba a cada rato, a cada paso. En fin, todo era un absoluto desastre. Riéndonos mucho, sí. Pero un absoluto desastre que en cualquier momento iba a estallar… y estalló. Rompimos o, mejor dicho, rompí la relación. El problema vino cuando, poco después de la ruptura, conocí a otro hombre. Un hombre que venía de un ámbito diferente al mío, con su propio trabajo y su propio mundo, con el que empecé una relación muy diferente, prácticamente el negativo de lo que había tenido hasta entonces. Quepa decir que entonces, y aún después, seguí apoyando a mi ex pareja en el plano laboral, llegando incluso a recomendarle para alguna empresa con la que tenía contacto o dándole proyectos que yo no podía asumir. Pero cada uno por su lado y, en mi caso, comenzando una relación con otra persona.
Aunque esta nueva relación no estuvo exenta de dificultades, como todas las que empiezan, ahí seguimos. Medio año ya. Un tiempo en el que todo se ha precipitado no solo en el plano amoroso, como cabría esperar, sino también en el plano de las amistades que compartía con mi ex pareja. No han sido pocas las personas que me han dejado de hablar en este proceso, dicen que porque les ha sentado mal que yo dejase a mi pareja por otra persona «solo por el dinero». No fue así, en absoluto; entre una y otra cosa mediaron meses, mi pareja actual gana menos dinero que yo y como aún no vivimos juntos porque llevamos poco tiempo los gastos se duplican. Pero… eso es lo que a algunos les dio por decir.
No he contado a nadie todo lo anterior porque he decidido que no iba a hablar mal de mi ex, nunca. Primero porque a nadie atañen esos problemas y segundo porque no quiero hacerle mal. Pero ha habido no pocos amigos en común (ahora ya no) que jamás han hecho el amago siquiera de preguntarme mi versión, cortando por completo la relación conmigo por esta razón cuando, curiosamente, el principal afectado que es mi ex sí que sigue en contacto conmigo. En una ocasión, una amiga en común me dijo (y creo que esto ha sido lo único que han compartido conmigo estas personas a este respecto) que para ellos, para nuestras amistades, era una puñeta el tener que relacionarse ahora con los dos por separado; que para ellos era más fácil cuando estábamos juntos «porque así éramos todo parejas».
No han aceptado a mi actual pareja y se han colgado de un clavo ardiendo con algunos leves problemas que tuvimos en los primeros tiempos, acusándome de haber dejado a mi pareja «con quien no había problemas» por esta persona que actualmente, y junto a otros amigos que afortunadamente sí que se quedaron, es mi principal apoyo. El continuo juicio al que he sido sometida por ser yo quien tomase la iniciativa de dejar a mi ex pareja, por iniciar una relación al medio año de que esto ocurriera, por iniciarla con alguien de fuera del entorno en el que ellos se movían y también por dejar de sostener económicamente a mi ex pareja ha sido tan duro para mi que no me han dolido prendas en cortar relación con quien ahora sé que nunca ha merecido nada.
Muchas veces leo por aquí la constante problemática de «los amigos que desaparecen cuando se echan novio o novia» y me ha dado por pensar que quizás para algunas personas -pocas, afortunadamente- yo también sea esa persona. Por evitar el dolor que me supone que me juzguen, o la tirantez que se genera cuando intentaba contactar con ellos, o simplemente el hecho de que jamás me hayan preguntado mi versión de los hechos.
Se que solo estoy contando esa: mi versión. Es porque no tengo otra más que la mía. Como tampoco tengo otra vida más que la que estoy viviendo ahora. Pero… simplemente me quería desahogar un poquito. Ahora, a volar.
Gracias por escucharme lindas.