Hoy por hoy, considero que la vida es muy frágil, que romperla en mil pedazos es demasiado sencillo. Encontrar un sitio o una compañía donde sentirme segura se ha vuelto todo un reto. Y es que, ¿a qué te aferras cuando han sobrepasado tus límites, han pasado por alto tu consentimiento y han abusado de ti? ¿Qué me queda?

Con 17 años salí un sábado cualquiera, como cualquier adolescente. Sin embargo aquella noche fue distinta. Lo único que recuerdo es que ya era de día, que estaba en un coche en el asiento del copiloto. Un hombre conducía y había otro sentado detrás. Miré mi bolso y mi ropa interior se encontraba allí. El coche se detuvo y me dejaron en una calle. Lo he intentado, acordarme de sus caras, del color del coche, de cualquier detalle relevante pero mis recuerdos no van más allá. Lo único que me llega en la mente son los escalofríos que sentí en el pubis y la sensación de haber perdido algo.

En aquel entonces decidí olvidarme de ello, decidí no darle importancia. Lo bloqueé. Me pasé los siguientes tres años con la autoestima por los suelos. Me abandonaba en los brazos de cualquiera intentando sentir algo, buscando una seguridad o valor que no tenía. De pronto, después de todo este tiempo me doy cuenta de qué había pasado, de cual era el origen de todo este abandono y mi posterior depresión y hundimiento. Esa noche. Le puse nombre. Me atreví a aceptarlo: fui violada.

Ahora mismo estoy en una especie de limbo. Veo coma la vida continúa para todos y yo me he quedado atrás. Muchas veces no entiendo la facilidad de la gente para aferrarse a la vida y sus ganas de vivirla. Todo esto me parece una broma pesada. Por una parte sé que esto es algo que se puede superar, que aceptarlo ha sido el primer paso y ya he empezado la terapia post traumática. Pero por otro lado, el mundo me sigue pareciendo hostil y el ser humano me  aterroriza. No hay día que no encienda la televisión o me meta en alguna red social y no lea una noticia en la que una mujer ha sido violada o asesinada. El hecho de ser mujer me da miedo. El hecho de que si, yo puedo superar esto, pero la sociedad va a continuar igual, me mata poco a poco. Y mentiría si no os dijese que en ocasiones la muerte se me presenta como la opción más segura y sincera. ¿Realmente hay motivos para continuar?
Me gusta pensar que sí, que hay motivos para seguir. Puede que el mundo no cambie, pero siempre puedo rodearme de personas que anhelen el cambio conmigo. Creo que puede crearse sororidad, que puedo crearme un entorno seguro lejos de todas estas hostilidades. No obstante diría que me acostumbrado a vivir con ese miedo a salir de mi zona de confort, a ser devorada por esta sociedad nefasta. Aún así, seguiré. Puede que no vaya a comerme el mundo pero me conformo con un pequeño bocado. Quiero salir a la calle y poder ser libre. Quiero poder decir bien alto que soy mujer y no temblar por ello.

Irene.