La ciencia lo tiene claro: las perillas son espantosas. Bueno, la ciencia no sé, pero yo sí y seguro que vosotros estáis de acuerdo conmigo. Mientras que los hombres guapos maximizan su belleza afeitándose, y los feos disimulan su condición cubriendo su cara de vello facial, los portadores de perillas (¿perillistas?¿perillosos?¿perillenses?) se quedan en el medio camino entre ambas, en una especie de quiero y no puedo que no favorece a absolutamente nadie (bueno, a Jack Sparrow, pero me temo, amigos, que Jack Sparrow solo hay uno).

  giphy (3) 

Desde la perilla tradicional que perfila la barbilla hasta la papada barbuda de quienes deciden dejar crecer vello sólo en el mentón, pasando por las llamadas perillas mosca, también conocidas como perilla que parece una mancha en la pantalla del ordenador que no soy capaz de quitar; las perillas son el mal. ¿Qué puede llevar entonces a un hombre a caer en ellas, cuando encima al parecer suponen un concienzudo trabajo de mantenimiento? Tras una ardua labor de investigación,os traigo algunas respuestas.

1. Una maldición

Puede que las brujas de los cuentos sigan existiendo y que, aburridas de maldecir a princesas con dormir hasta ser despertadas por besos de amor –porque resulta que encima las princesas se lo pasaban en grande mientras dormían- o a príncipes con convertirse en sapos, hayan decidido innovar, adaptarse al siglo XXI y maldecir a los jóvenes solteros de nuestro tiempo que osen reírse de ellas con una perilla que crezca en sus barbillas. Solo aquellos que encuentren el amor verdadero de la princesa que los ame pese a su perilla se liberarán de la maldición… cuando la susodicha les diga que si no se afeitan, pueden irse olvidando del sexo.

giphy (4)

2. Su novia es una celosa compulsiva

Seguro que habéis escuchado alguna vez eso de: ‘jo, a mi no me gustaría tener un novio muy guapo porque me volvería loca de celos’.Bien, amigas, las perillas están aquí para ayudaros. ¿No quieres que las chicas se giren por la calle para dirigir miradas de lascivia a tu pareja? Dile que es hora de innovar, de cambiar de look, de probar cosas nuevas. Convéncelo de que se te caen las bragas al suelo cada vez que lo imaginas con perilla. Y sobre todo, guarda en tu mente la imagen de tu novio guapo y afeitado, porque es posible que si te hace caso, tu libido caiga en picado al ver el resultado.

3. Ha nacido con ella 

Sí, ya sé que no hay muchos bebés que tengan perilla, pero igual es que sus madres los maquillan muy bien. A mi me gusta fantasear con la idea de niños naciendo con una perilla ya perfilada en su cara y disimulándola concienzudamente durante la época de la infancia y dejando por fin que salga a la luz a la edad en la que el vello facial empieza a aparecer. ¿Se os ocurre acaso otra explicación lógica para que haya hombres que, pasada la época que todos hemos tenido de decisiones estéticas de dudoso gusto en la adolescencia, y de experimentación y rebeldía en la veintena, un hombre de más de 25 años decida invertir tiempo y esfuerzo en cultivar una perilla? Ni de coña. Forman parte de sus caras y no se las pueden quitar.

baby_goatee_20100922_1726785344

4. Es asexual

Así de sencillo. Está harto de tener que dar explicaciones cuando liga con alguien y no quiere seguir adelante, y lo cierto es que últimamente no paraba de ligar sin buscarlo. Con la perilla se asegura que ni hombres ni mujeres muestren ningún tipo de atracción hacia él y puede vivir tranquilo en su falta de deseo. Un recurso tan efectivo como no ducharse, no cepillarse los dientes o comportarse como un gilipollas, pero mucho menos nocivo para todos.

5. Es un quiero y no puedo de las barbas

Se dejaría barba de ermitaño si pudiese, pero no le sale. Lleva desde la adolescencia tratando por todos los medios de cultivar una barba frondosa… sin éxito. Así que, frustrado en su intento, se ha auto-engañado y decidido que la barba es de desaliñados que no se cuidan, y que él prefiere pasar horas perfilando, recortando y cuidando su perilla. ¿Le queda bien? No, y probablemente lo sabe. Pero se dice que al menos está más cerca de su sueño de tener vello facial que cuando se afeita por completo.