Todas tenemos ese día que llegas a casa y dices: necesito bragas. Puedes estar sin comer, sin salir, sin respirar, pero tienes que comprar las bragas con más lacitos, encajes y topitos que encuentres. Porque sí, necesidad vital.

Entonces quien no entiende de tus manías te mira como una jodida loca, y sí, tu voz de la conciencia te dice: «tienes más de 30 en la mesilla, 15 lavando y otras tantas sin estrenar, ¡estate quietecita!». La omites, ¿desde cuando has hecho tú caso a tu vocecilla buena?

giphy (1)

Buscas desesperada esa amiga que te comprenda  y acompañe, te dejas medio sueldo en lencería de todo tipo, notas como el oxígeno vuelve a tu cerebro y una perfecta calma interior. Sí, lo reconozco, hay compras de bragas que me han hecho más feliz que cuando me las han quitado; la putada es que para lo segundo sólo sabes que fue un desastre cuando te las vuelves a poner.

Es como cuando te gastas una pasta en la crema anticelulítica: de saber seguro que era una mierda nos hubiéramos gastado la pasta en cerveza, pero NO, nuestra fe en los milagros que no nos la quite nadie, sólo faltaba.

giphy

Vuelves a casa.  Efectivamente la medicina ha funcionado, pero las bragas bonitas del mes pasado siguen ahí intactas con su etiqueta.

Para mayor regocijo de Murphy el último polvo que echaste fue con las de goma rota de Primark, y lo sabes.Gracias Ley de M, a mí tampoco me gustas tú, pero seguiré confiando en que algún día te esfumes.

Autor: @mardehappylidad