Acabas de comprar un billete de avión con destino a París. Cincuenta euros, ida y vuelta, una auténtica ganga oiga. Peeeeeeero, hay que tener en cuenta una serie de cosas para que no nos la cuelen por otro lado. Y es que las compañías low cost se sacan de la manga miles de recargos que pueden hacer que el viaje te salga por el doble o el triple de lo que habías pagado en un principio.

Los recargos empiezan con la tarjeta de embarque. Haz siempre la facturación en línea e imprime tu tarjeta de embarque antes de viajar, si no quieres tener que pagar 45 eurazos en el aeropuerto. No apures hasta el último momento, a veces las páginas web de estas compañías se quedan colgadas y entonces vienen los “ay madre mía”.  Da igual que el fallo sea de su página, la chica de la ventanilla te va a cobrar el recargo. Olvidar la tarjeta de embarque también tiene “multa”, 15 euros por imprimirla en ventanilla. Ya tiene que ser cara la tinta…

Normalmente los pasajeros de compañías low cost, suelen optar por viajar con equipaje de mano y no facturar ninguna maleta. Aquí viene el lío. Tienes que meter todo lo que te quieras llevar en una maleta de mano (55 x 40 x 20), y que no pese más de 10 kilos. ¿Y ahora qué? Tendrás que ser muy selectiva con todo lo que metes en tu maletita. ¿El abrigo gris o el negro? ¿Las botas o las deportivas? Y un sinfín de preguntas existenciales más.  Un amigo mío dice que hacer la maleta está sobrevalorado, qué sabrá él.

Uno de los inconvenientes de tener que viajar con una maleta de mano es que tendrás que tener en cuenta las restricciones de líquidos. Adiós a la mascarilla, la crema hidratante, la espuma… En muchas perfumerías venden todos estos productos en envases de 100 mililitros, lo malo es que encontrar exactamente todo lo que usas en formato reducido no es tan fácil. Otra opción es comprar botellitas transparentes, que encontrarás en cualquier supermercado, y rellenarlas. El neceser también tiene que ser transparente y quedar perfectamente cerrado. En mi último viaje, mi querido novio rompió mi neceser cinco minutos antes de salir de casa. Al final me tocó meter todas mis cosas en una bolsa del congelado. Muy cutre, pero si no tienes un neceser transparente a mano, es una buena opción.

Lo peor para mí de viajar con compañías low cost es la temida  cola de embarque. Si has volado alguna vez con compañías como Ryanair, sabes a lo que me refiero. Te hacen ponerte en cola como media hora antes de que llegue el avión y una señorita a la que odiarás con toda tu alma te reta a meter tu maleta en una caja de hierro. Ahí empiezas ya a ponerte nerviosita. Porque sí, tu maleta tiene la medida reglamentaria, pero es que la llevas a reventar. Y  no basta con que entre en el carro, es que además tiene que hacerlo “de forma holgada”. La pesadilla no acaba aquí, puede que te la pesen. Confieso que la primera vez que vi que habían puesto una báscula, casi me da un infarto. Tuve que sacar el tupper de paella de mi madre y llevarlo en la mano como si fuera mi comida para el avión. A ojo, ahí podía haber dos kilos.

Los pasajeros low cost nivel experto tenemos varios trucos para poder pasar la cola de embarque sin problema.

  1. Ponte toda la ropa que puedas,  sobre todo la que más abulte y más pese. Entre lo nerviosa que estás y toda la ropa que llevas vas a sudar como un pollo, pero no pasa nada.  Todo sea por no pagar.  Una vez en el finger, ya puedes volver a meter tus cosas en la maleta.
  1. No tengas prisa. Las primeras posiciones en la cola nunca fueron buenas. Hay que elegir una posición estratégica. Mi consejo es buscar la persona con la maleta más grande que encuentres. Esa que digas, “le hacen facturar la maleta seguro”. Ponte detrás de ella como si te fuera la vida en ello. Si hace falta, cédele amablemente tu sitio. Probablemente si la hacen comprobar su equipaje, tú te librarás. A mí siempre me ha funcionado este truco.
  1. Tampoco seas de los últimos. Entrar cuando están a punto de cerrar tiene sus riesgos. Puede que la señorita de la cola te vea como su última oportunidad para cobrar el exceso de equipaje y te someta a todo tipo de comprobaciones. En algunas ocasiones, no les queda espacio en cabina para meter las maletas y te bajan tu equipaje a la bodega (gratis, eso sí). Me pasó en una ocasión, no me dieron ningún tipo de resguardo, así que hasta que no llegué a mi destino y vi mi maleta salir, no me quedé tranquila.

Como todo en esta vida,  todo es cuestión de práctica. Al final le cojeras el gustillo a ese subidón de adrenalina que te pega cada vez que la chica de megafonía te invite a ponerte en la cola de embarque.

Autor: Alba Blanco