Mira, yo no sé a cuánta gente le pasa. No sé si es cosa mía, cosa de la vida, no sé si es mi destino, no sé si dios me odia, no sé si tengo unas hormonas especiales que atraen a este tipo de seres, no sé si vivo en el Show de Truman, yo ya no sé qué pensar.

POR QUÉ SIEMPRE ACABAN LAS PERSONAS QUE ENGULLEN COMO DRAGONES Y NO ENGORDAN NI 100 MALDITOS GRAMOS FORMANDO PARTE DE MI VIDA.

Y no, no son personas a las que conozco una tarde y me dicen ‘jaja, yo no engordo cuando me como una vaca y media’ y se van y desaparecen de mi vista y yo las odio un rato por dentro y a pastar, ojalá fuera así.

Cada vez que me encuentro con uno de ellos, decide que le gusta mi maravillosa vida y que quiere formar parte de ella para recordarme a diario que yo no puedo tragar todo lo que ella/él traga o hacerlo y como consecuencia ponerme como la bola del mundo hinchada porque acaba de salir de un banquete de bodas en la vía láctea.

Llevo seis años siendo independiente de mis padres y compartiendo piso con distintas personas. Mi compañera de piso con la que llevo todos estos años es así, es un pozo sin fondo, come a todas horas y no, no pica un poco, como con una cosaca y la tía es que no ha cogido en todos estos años ni medio kilo.

Mi mejor amigo del erasmus con el que viví un año en Bulgaria: más de lo mismo.

¿El chico con el que me fui a vivir un cuatrimestre a Buenos Aires? IGUAL.

¿El señorito con el que comparto ahora algo más que mi casa? I G U A L. NO HAY NI UN SOLO DÍA EN EL QUE NO COMA DORITOS, DONETES, PRINGLES, COCACOLA Y CHUCHES. Varía entre marcas y tipos pero siempre cerdadas, no verás al chico darse un atracón a lechugas, no qué va. Y por supuesto, delgado a tope.

Yo de ese tipo de alimentos no consumo en mi día a día, en mi casa nunca se han comprado y yo no los compro, entonces no hay y como no hay: no como.

¿Pero ahora? Ahora lo tengo a él ahí todo el día jalando como un cosaco y se me va el santo al cielo cada vez que veo cómo lentamente un dorito sale de su bolsa, para viajar por mi salón hasta su boca. Me intento mantener fuerte, intento no comer, pero no os voy a mentir: no siempre lo consigo.

Y no, por favor, no me vengáis con los argumentos de que ellos tendrán peor salud, no me instéis a coma lo que me dé la gana, no me habléis de fuerza de voluntad cuando lo estoy viendo comerse un puto colacao con oreos mientras escribo esto.

Entendedme, queredme, comprendedme, decidme que a vosotras también os pasa, hacedme fuerte, confesad que no soy la única y que la desgracia se expande por todas partes.

Si os pasa esto de ver a todo Dios comer sin engordar y vosotras engordáis solo de mirar cómo otros se lo comen: no estáis solas, yo siempre os querré.