Yo tampoco soy guapa. ¿Y qué? La belleza tiene la importancia que tú quieras darle. Es cierto que es súper frustrante ver cómo la vida es más difícil para las que no somos guapas, pero tenemos que intentar ignorar todo eso y salir a comernos el mundo. Una personalidad interesante y segura de sí misma vale muchísimo más que una cara bonita, te lo aseguro.

Si consigues averiguar cómo, cuéntamelo. Yo tengo tantas «taras» en mi físico que cuando me paro a echar cuentas me dan ganas de sentarme en una esquina a llorar y ya no moverme de ahí. Y me pasa como a Pat, como no quiero que me digan fea, busco mejorar mi físico lo máximo posible para así aceptarme yo (y sigo sin conseguirlo). Por supuesto, la aceptación de los demás, no arregla en absoluto la falta de aceptación en mí.

Y ¿sabes por qué es? Porque no me creo los comentarios (buenos) que me dicen. Cada vez que mi pareja me dice que soy guapa, sonrío y miro a otro lado, porque mi cerebro me pide decirle «anda ya, déjalo, no seas amable».

Nadie es perfecto. Es imposible que lo seamos. Tenemos que querernos para que nos quieran. Y dejar de ponernos objetivos inalcanzables. Hasta las modelos que salen en las revistas querrían ser como la imagen que se vende de ellas. Imagínate. Pero es un camino muy difícil. Seguro que no eres tan fea. Porque de lo que se trata es de ser guapas por dentro para serlo por fuera.

¡Nat, he echado de menos tus intervenciones! Antes de que se me olvide, gracias por un enlace que me pasaste en un hilo acerca de las «ventajas médicas» del sobrepeso moderado.

A lo que vamos: es cierto que resulta enormemente difícil obviar el hecho de que la belleza, esa injusticia biológica, sea tan valorada en nuestra sociedad, máxime cuando nos ha tocado vivir en una época en la que el canon imperante apunta a siluetas prácticamente imposibles de conseguir para la mayoría de las mujeres si no es dedicando mucho tiempo, energía y dinero a esa sola tarea (¿cómo, sin dietas de 500 calorías de espinacas y pavo hervido, extenuantes sesiones de gimnasio y tetas de goma se consigue ser un reloj de arena de piernas larguísimas y 50 kilos???). No voy a negar que ser bello (según el concepto intersubjetivo, sin entrar en otras consideraciones de fomento de la autoestima) tenga ventajas o acarree ciertas prebendas, pero no nos equivoquemos: no es la panacea. ¿Acaso no conoces chicas guapas en paro o que encadenan un desastre sentimental tras otro, eternas víctinas de tipos que les prometen el oro y el moro, se las tiran y desaparecen del mapa? Ser bello no garantiza el éxito social sostenible, sino sólo, a lo sumo, recibir más miradas de admiración que la media. En última instancia, las personas guapas se exponen a la cosificación, la envidia ajena y el deterioro inevitable de la vejez de forma más cruenta que los feos o los «normalitos».

Y si no garantiza el éxito social (que considero extremadamente sobrevalorado y, hoy en día, bastante ilusorio), mucho menos proporciona verdadera felicidad. Existen otros atributos que te granjearán muchas más papeletas para llegar a ser feliz o, al menos, para disfrutar de buenos momentos: la inteligencia, el apasionamiento, el valor, la resiliencia, el tesón, la alegría de vivir, el sentido del humor… Difícilmente alguien que atesore esas virtudes será un desgraciado (ni tampoco un solitario, porque muchos le encontrarán, por todo eso, atractivo en mayor o menor medida).

Por eso, aunque el consejo más fácil de encontrar en una web body-positive como esta sería el de «busca tus puntos fuertes y poténcialos porque todas las mujeres somos hermosas», lo que yo te diría es que tu lema podría ser otro: «quizás no sea guapa, pero soy (inserta aquí esas otras virtudes que seguro que tienes) y con estas cartas tengo que jugar la partida de mi vida, que sólo es una».