Yo creo que Divinity es como la cafeína. Puede que te haga daño al estómago, pero te gusta. Una puede pasarse, a lo tonto, las tardes enteras viendo repetirse en bucle programas de reformas de casas canadienses, como si las nuestras se pareciesen en algo a esas prefab que podrían estar hechas de escayola o, lo que es peor, sin tener en cuenta que lo más cercano a una hipoteca que podemos asumir la mayoría de nosotras es la cuenta fiada en el supermercado. Apuesto a que a pasan un mensaje subliminal a baja frecuencia para que no cambiemos de canal, aunque haga una mañana de domingo perfecta para salir y hayas visto por tercera vez ese capítulo con pasteles imposibles. Reconozcámoslo, teorías de la conspiración aparte, es para hacérselo mirar…

How do i lookPero bueno, ya que estamos en modo «Divinity-Alcoholics», confieso que mi debilidad son los de vestidos de novia y las operaciones de chapa y pintura a ochenteras trasnochadas. Me lo paso pipa… o por lo menos así era, hasta que un día haciendo zapping con mi amiga Noor Shurbaji, me di de bruces con su buen juicio. «Es un poco cruel, ¿no? Está bien que enseñen a la gente a sacarse partido, pero eso es una cosa y otra que les extirpen su personalidad», me dijo mientras acudíamos al lamentable intento televisado de transformar a una chica aficionada a la ropa deportiva en una pija redomada.  Yo, que siempre he defendido el individualismo a la hora de vestir, tuve que darle la razón y me descubrí mirando por primera vez ese espectáculo con otros ojos.

¿Recordáis Patito Feo? Fue una intentona torpe (muuuy torpe) de Antena 3 por convertir a Ana Obregón en un hada madrina que se encargaba de acompañar a sus víctimas invitados en el proceso de transformación. ¿Os imagináis que os dicen que la reina del posado veraniego, el blingbling hortera y el microbikini de talle alto va a ser la conductora de tu cambio de imagen? Lo mínimo que se puede decir es un ENORME «no, gracias», pero yo recomendaría más salir corriendo… La audiencia debió pensar lo mismo que yo y se cargaron el programa en un plisplas. Pero no te creas que la cadena española tiró la toalla. De eso nada. Contraatacaron con Teresa Viejo y Cambio Radical, que ya incluía un mínimo de cinco operaciones de cirugía estética por programa. Aquello ya fue demasiado. El mensaje que se lanzaba a las mujeres era tan preocupante que la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) llegó a enviar un comunicado aclarando que no participaba ni avalaba el espacio.

cambioradicalteresaviejo¿Es que no se puede ser bella con una nariz grande? ¿Hace falta que todas nos sometamos a una ortodoncia ? ¿O es que la maravillosa lencería que existe actualmente no es suficiente y hay que pasar por quirófano por cojones cuando tienes una barriguilla colgona? ¡Venga ya! Cualquier diría que el objetivo de estos formatos televisivos es fomentar los complejos, en lugar de darnos buenas ideas para sacar partido a nuestro físico.

Parece que los señores de la tele no han aprendido nada de aquellos dos fracasos y ahora nos venden sus versiones americanas mal dobladas. ‘Style by jury‘ -Tu estilo a juicio- fue la primera apuesta de Divinity. En él, un equipo formado por expertos en cosmética, moda, peluquería, estética dental, dermatología y maquillaje trataban de  reconvertir en su idea de «gente estilosa» a personas que han decidido quedarse anclados en el pasado, con peinados de otras décadas, un armario extravagante y  maquillaje al más puro estilo de la gran hermana Inma Contreras. Aunque, ¿qué queréis que os diga? Tampoco está tan mal vivir en unos perpetuos 80 o alargar los 90 si fue una época feliz para ellos. Total, en cuanto se descuiden, vuelven a estar de moda. Pero claro, en ese caso no habría programa.

img_sub_stylebyjuryEn lugar de hacer este ejercicio respetuoso de defensa de la diferencia, los escogidos son criminalizados por su look. Los colocan frente a un espejo polarizado, como a delincuentes en una rueda de reconocimiento, y son sometidos al acoso y derribo de un jurado compuesto por 12 desconocidos que los ponen a parir. Tras el trauma inicial, supongo que asumirán que pertenecen a una especie de galería de los monstruos y se prestan al via crucis de rigor: la visita a una pareja de dentistas -que parecen siameses separados al nacer-, una tarde de compras que se resuelve con la adquisición de dos o tres conjuntitos cutres, terminan de dejarse hacer en el salón de belleza de turno y ¡Voila! Ya tenemos a otro espécimen más con la cara paralizada por el bótox y carillas de porcelana. Pueden decir que vuelven a ser libres, aunque un poco más grises.

¿Quién es nadie para decidir cómo deben de ser los demás? Porque, al fin y al cabo, se trata de eso: de lo que somos. Seguramente todas nos hayamos echado las manos a la cabeza al revisar fotos del instituto y ver las pintas que nos gastábamos pero, si lo pensáis bien, han sido etapas de nuestra vida que hemos ido quemando. Nuestro estado emocional, el entorno y las tendencias de la época marcan como nos vestimos, porque ilustran lo que queremos comunicar al mundo en ese momento. Sólo una misma debería decidir cuándo y porqué cambia ese mensaje.

how do i look 3En ese sentido, Jeanni Mai, la presentadora de  How do I look? -Cambio de look-se lo monta mucho mejor. Parte de la base de los errores de estilismo de las protagonistas de su programa está en sus propias inseguridades. Trabaja con ellas como si fuese una coach, las hace deshacerse de las prendas que las anclan al problema y busca las causas hasta que las encuentra: una ruptura traumática, depresión por un largo periodo de desempleo, sentimiento de abandono, etc. En este caso, los jueces no son ajenos a la elegida. Son miembros de su propia familia y amigos que quieren involucrarse en el cambio. Cada uno sale de compras por su cuenta para configurar una colección que anime a la protagonista de que hay muchas alternativas que pueden adaptarse a su personalidad y estilo de vida. Así es mucho más sencillo que los sujetos en cuestión pasen por el aro. No se trata de cambiarlos, esta vez el objetivo consiste en darles armas para ser ellos mismos, sin traumas, dejando atrás filias extrañas. Estaréis conmigo en que no es lo mismo decirle a una treintañera que no puede ir a trabajar con disfraces infantiles -caso de Cambio de look-, que indicarle a una gótica que es una rara porque la mayoría de la gente no opta por ropa como la suya -Tu estilo a juicio-.

Andy-en-The-Devil-wears-PradaProbablemente, estos cómplices han sido asesorados previamente por el equipo de personal shoppers del programa para que adquieran unas nociones previas sobre tallaje, combinación de colores, volúmenes, estampados y texturas, porque la selección final a veces es tan acertada como la de un asesor de imagen profesional. Además, la propia conductora se decanta a menudo por looks mucho más arriesgados. ¿Conocéis a muchas más celebrities a las que les siente de muerte el tinte negro con reflejos azules? :p

Como productos de entretemiento, los cuatro ejemplos son imbatibles, lo reconozco. Sin embargo, no todas las variantes del formato transmiten lo mismo. Quizás convenga hacer dictadura del mando y adoptar una actitud crítica que despeje de la parrilla los espacios que quieren convertir a las mujeres en muñequitas fabricadas a imagen y semejanza de los cánones impuestos. ¿Recordáis el discurso sobre el azul cerúleo que le suelta Miranda Priestly a Andrea Sachs en El diablo viste de Prada? Puede ser cierto eso de que nadie puede escapar al imperio de la moda pero, si somos lo que nos ponemos, por lo menos, que nos dejen ser lo que cada una escoja.