Las 10 películas con las que me hincho a llorar.

 

¿Nunca os ha pasado? Simplemente, eso: que necesitas llorar. Por el motivo que sea. Porque tienes mil cosas dentro que necesitas sacar y no sabes como. Porque tienes las hormonas tan alborotadas que tienen que salir hasta por los ojos. O simplemente porque sí. Porque es invierno. Porque llueve. O por sentir. Simplemente por sentir. 

Pues yo, cuando eso me pasa, siempre recurro a mi pequeño truco: sofá, manta, un buen té y una de estas películas…

 

1.- Antes de ti. 

Melodrama británico romántico por excelencia. Con una Emilia Clark tan alegre que a veces roza hasta lo molesto, y un Sam Claffin tan irresistiblemente guapo que sería capaz de hacer dudar de su sexualidad al más convencido de los heteros. 

Quizás algo ñoña, puede, pero con un final y un mensaje que te hace pensar igual más de lo que te gustaría y perfecta para esos días en los que necesitas soltar más de una lagrimita.

 

2.- Coco. 

¿Qué más necesitas? Niños. Familia. Secretos familiares. Catarsis emocional y todo regado con una canción que se te mete en la cabeza y ya no puedes sacar. Animación, sí. Pero de esas que saca cada emoción a flor de piel.

 

3.- Un monstruo viene a verme.

Quizás aquí, los que hemos pasado por una historia similar, seamos más empáticos con este tipo de películas, pero en mi caso particuolar, en el momento que el cáncer entra en escena, la lágrima está más que asegurada, y en el caso de “Un monstruo viene a verme” puedo juraros que es la película con las que más he llorado en una sala de cine. Fantasía y la más cruel de las realidades, juntas, de la mano, inseparables.

4.- La tumba de las luciérnagas.

Anime Japonés. Quizás un género que no guste a todo el mundo, pero te recomiendo darle una oportunidad. Cuenta la historia de un chiquillo que pierde a su madre y debe cuidar de su hermana en plena Guerra mundial. Sin dejar de lado ni un detalle de lo cruel detrás de cada conflicto bélico, pero contando, sobre todo, hasta donde somos capaces de llegar para cuidar de los que más queremos.

 

5.- Siempre a tu lado, Hachiko.

¿Puede haber una muestra de amor más incondicional, desinteresado y sincero que el que te brinda un perro? Y lo que es más importante si cabe, a cambio de absolutamente nada. Es una película para todo el mundo, pero si tienes mascotas, créeme, que después de esta película, no solo vas a estar con el moco colgando, sino que vas a quererla mucho más, si cabe. Ternura en estado puro.

 

6.- Un paseo para recordar.

Chico conoce chica. Chico se enamora. Todo parece perfecto pero… Hasta aquí puedo leer. Puede parecer la típica película romántica adolescente, pero para mí va más allá y me hace sentir, que es lo que buscamos ¿no?

7.-Posdata. Te quiero.

¿El amor puede con todo? A veces, incluso, hasta con la propia muerte.

Esta es la película perfecta para ver con amigas, bien de chuches, bien bien de vino e hincharos a llorar. Y si no, qué leches, solo por ver a Gerard Butler y Jeffrey Dean Morgan, ya todo merece la pena.

 

8.- Los puentes de Madison.

Un clásico, sí. Pero, ¿se te ocurre algo más clásico que llorar por amor? Y más por uno que encima debía ser secreto. Respóndeme a una pregunta: ¿Saldrá o no saldrá del coche?

 

9.- Siete almas.

Poner sobre la mesa tu propia alma, tu cuerpo, tu casa y tu corazón para redimir la culpa. Para mí es una de esas películas en las que te metes y vives los sentimientos del protagonista hasta tal punto que no puedes dejar de desear un final diferente. Buff, me encanta. Sentimiento puro.

 

10.- Tierra de penumbras.

Desde mi punto de vista, una de las mejores actuaciones de Hopkins que te conmueve simplemente por la manera tan arrebatadora y magnífica con la que es capaz de expresar los sentimientos. Y que te deja una lista de frases increibles de esas que recordarás toda la vida.

“El dolor del mañana es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato”. Brutal.

 

Y estas son las mías. Las que me remueven la fibra, la lágrima y hasta lo más hondo de mí, pero me encantaría conocer las tuyas y ampliar mi lista.

 

Inés Rodríguez