Los bares son amores y ya sabéis que de eso las gordas controlamos un rato. Ahora bien, ni todos los amores son buenos ni todos los bares recomendables. De eso, y de su funcionamiento interno, saben mucho las personas que se dedican a la hostelería. Si tu eres una de ellas quédate y revisa cuáles has vivido en primera persona. Si no eres del sector pero te encantan los bares, quédate igualmente y mira hasta donde pueden llegar las cosas.

Usar el desatascador para arreglar CUALQUIER cosa.

¿Sabéis de ese desatascador negro que usamos para el WC cuando se atraganta? Pues ese cacharrito también se usa en los bares y hay veces que, casi sin pensarlo, también se usa para fregaderos. Pensarás «bueno, es un fregadero, luego se limpia bien y ya». Pues tienes razón, pero ¿qué pasa si se usa para la máquina del hielo? ¡Ahí la cosa cambia, amigui! Hay máquinas que van creando hielo y a veces de atascan. ¿Qué vas a usar para desatascarlo? ¡Pues tu herramienta negra! El problema es que esa máquina no se limpia como el fregadero. Así que si ves algo raro en un cubito pequeño de hielo ¡DESCONFÍA!

La rasqueta multiusos.

En la mayoría de bares y restaurantes es normal que haya una plancha grande. También es normal que para voltear los alimentos se usen espátulas o rasquetas. Lo que ya no es tan normal es que el cocinero la use para rascar cualquier parte de su cuerpo. Sí, queridas. Algunos de los cocineros más espabilados usan estas espátulas para aliviar sus picores de espalda, brazos o whatever llevándose consigo restos de sudor y demás fluidos corporales.

 

Las máquinas que no se limpian NUNCA

Seguro que cuando has sido la novata del curro te ha tocado fregar, limpiar o hacer todo aquello que nadie quiere hacer. En los bares hay una serie de máquinas que son bastante complicadas de desmontar (véase máquina de zumos o charcutera), por ese motivo suelen limpiarse diariamente por fuera y con mayor o menor frecuencia semanal por dentro. El quid de la cuestión está en la FRECUENCIA. Y estoy segura de que más de una vez os habéis llevado la sorpresa al ser los primeros en desmontar la máquina en cuestión. Esa charcutera que por fuera está impecable pero que acumula moho y restos de todo en la carcasa de la cuchilla. ¡Qué rico, madre mía!

 

Comida que va directamente del suelo al plato.

Esto es todo un clásico. ¿En serio piensas que en plena bulla van a pararse a freírte una nueva croqueta porque una que se haya caído del plato? ¡Ay, amiga, qué ingenua eres! Hay una regla que prima ante todo:

Si no han pasado más de 5 segundos con un soplidito basta.

Sí, yo sé que suena asqueroso, pero si lo haces en casa, ¿cómo no lo van a hacer en un bar? Ahora bien, reza porque tengas suerte y la superficie donde haya caído tu croqueta no sea la cubierta de la cuchilla de la charcutera.

Obviamente esto sólo pasa en los lugares más asquerosos. Si ves que hacen algo así ¡HUYE!

 

Cocinar literalmente entre mierda

La verdad es que yo nunca he visto algo así, pero es algo mítico de los programas de Chicote así que si sale en la tele supongo que algún caso habrá. ¿Quién no ha visto alguna vez una freidora hasta los mochos de mierda? ¿O grasa de años en las campanas extractoras? ¡Demos gracias por no habernos encontrado nunca con esto! Si alguna vez te topas con algo así tienes dos opciones:

  1. Ponerte a limpiar como una loca para adecentarlo todo y evitar que alguien muera intoxicado.
  2. Huir despavorida sin mirar atrás.

 

 

El cocinero “espeso”

Supongo que ya sólo con el título os haréis una idea. ¿No os ha pasado nunca eso de ir a un bar y parecerte todo riquísimo hasta que ves aparecer al cocinero? A mí por desgracia sí. A ver, que yo entiendo que si estás trabajando entre fogones pues es normal que sudes o que te manches la ropa. Pero una cosa es eso y otra muy distinta es andar por la cocina con el pantalón dejando asomar más de la cuenta o con los pelos pegados del sudor. Amigos, cocineros, existen uniformes y gorros para evitar que eso ocurra. Que lo que no entra por el ojo no entra por la boca.

 

Gusanos everigüer

Os juro que lo estoy pasando mal sólo de pensarlo. ¿Sabíais que en Cerdeña hay un queso con gusanos que ellos consideran comida de dioses? Pues lo mismo quieren intentar muchos por aquí. Seguro que muchos hosteleros sabéis de lo que hablo. Aquella vez que has ido a por el queso azul y ¡PUM!, amiguitos por todos lados. Y dentro de lo que cabe esto no me sorprende porque al fin y al cabo el queso azul se produce gracias a un hongo. Pero ¿qué te parece pagar un dineral por una ensalada y encontrarte gusanitos en la lechuga? ¿O pedir un zumo de naranja y que traiga compañía? Prometo que estas dos últimas opciones las he vivido. Ni que decir tiene que la visita al baño fue obligada.

 

 

Comida mohosa

Ya lo de encontrar comida con un poquito de moho como que nos parece poca cosa, ¿no? También os digo que es igual de asqueroso. En mi memoria siempre estarán aquellas latas de paté repletas de pelito blanco que mi exjefa me pedía quitar con cuidado. Puede que esto mismo se haga en casa, pero lo cierto es que hacerlo en un bar pues como que echa para atrás. Mi recomendación, huid de latas o botes compartidos que se ponen en los bares para uso de todos los clientes.