En vez de los carteles de los festivales, te preocupaban los carteles de los kioskos porque no era lo mismo que tuvieran helados de Frigo que de Menorquina. You know what I mean.

Pasar las mañanas viendo una serie detrás de otra: empezando por Punky Brewster o los Vigilantes de la Playa y acabando por los Rompecorazones o Nada es para siempre.

Darlo todo viendo el Grand Prix o el Juego de la Oca. Te ponías nervioso y todo.

Tu padre durmiendo la siesta con el puto Tour de Francia de fondo. Bueno, y tú también.

Esperar nerviosa el día que salía la Súper Pop para poder leerla con las amigas y ver qué regalo traía esa semana. Y esconderos para leer las partes cochinas de la Vale.

Creerte súper mayor porque te dejaban volver más tarde cuando eran fiestas.

Coger moras a finales de agosto.

Jugar a ser los de Verano Azul por el pueblo. Y fliparse mucho con las bicis.

Ir de campamento y llorar desconsolada el último día como si se fuera a acabar el mundo. ¡Nadie quería volver a casa!

Comer todo el día Frigopies, Dráculas, Calippos o Colajets.

Y cuando no había pesetas para helados, con un flax era suficiente.

Quedar con las amigas para hacer pulseras ( o lo que se tercie) para luego venderlas y financiarte las merendolas.

Hacer coreografías de las canciones del verano, que por supuesto aparecían en el Caribe Mix.

Beber una asquerosidad llamada Tang que a ti te sabía a gloria bendita.

En las fiestas no paraste hasta que conseguiste que te comprasen tu nombre grabado en un grano de arroz.

Ir a la academia de inglés a regañadientes, por lo menos la primera quincena de julio.

Pasar nervios al ir a recoger las fotos del verano por si se te había velado el carrete.

Jugar a las cartas durante horas y comer toneladas de pipas.

Jugar a la mierda esa de poner tu nombre y el nombre del chico que te gustaba e ir sumando letras hasta conseguir el porcentaje de compatibilidad que teníais.

Tus looks seguramente consistían en mallas cortas estampadas y camisetas anchotas para tapar el culo.

 

Dedicaste alguno de tus veranos a cuidar un Tamagotchi. 

El final del verano era un drama excepto por los maravillosos CORTICOLES.