No es una situación fácil de digerir, pero ya se sabe que hay gente que en lugar ayudar o apoyar, hace todo lo contrario. 

Este artículo se lo dedico a mi amiga Sonia, a la cual admiro por su fortaleza y le doy las gracias por contar con tanta naturalidad lo que está viviendo en la actualidad.

Ella está luchando contra esa enfermedad que destaca en nuestro siglo, el cáncer de mama. Cada mañana dibuja una sonrisa para seguir hacia adelante, aunque le encantaría meterse entre las sábanas y despertar cuando todo haya pasado.

El otro día se me ocurrió preguntarle si, durante todo este proceso, había habido algún comentario que no estuvo muy acertado o que hubiera sido mejor que no haberlo escuchado, y me llenó el whatsapp de audios con cosas que son muy reales.

Por eso, me siento en la obligación de compartirlo con vosotras, porque seguro que hay muchos casos a nuestro alrededor con una situación similar y es mejor no soltar lo primero que nos pase por la cabeza.

Sé positiva, todo va a salir bien. Todos estos comentarios de flower power te tocan las narices cuando te estás aferrando a la vida con todas tus fuerzas. El positivismo es una actitud, vale, pero desde el primer día que te hacen quimio y ves las consecuencias, no sabes si es mejor morirte y que todo acabe pronto, o seguir dejando que te envenenen. No se trata de que te invada el positivismo y sientas que todo va a ir genial, sino que tienes que ser realista y poner de tu parte para que todo salga bien.

Hoy tienes mejor cara. Una persona que está con quimios, radios y miles de pastillas no tiene mejor cara nunca, no te equivoques. No digo se siempre vayan a estar choff y como muertas vivientes, pero ponen actitud (aunque no sea positiva) e intentan disfrazarse con un buen aspecto. De hecho, si tienen buena cara es porque ese día han decidido comerse el mundo pase lo que pase.

No llores, que van a pensar que estás mal. ¿En serio? “Cada día que pasa pienso si voy a despertar al siguiente o si el año que viene podré ver crecer a mi hijo” Estas fueron las palabras de mi amiga con respecto a este comentario que le hicieron unos familiares. “Mi hijo ha sido el único que me ha dicho: mami, tu llora lo que necesites, porque es normal que estés triste, pero sé que te vas a poner buena.” Escribo esto con lagrimones en los ojos porque es muy fuerte que un niño de 6 años sea más empático que una persona adulta.

 

Piensa que esto te sirve para poder ayudar a otras en un futuro que estén pasando lo mismo que tú. Cuando te encuentras en esta situación, lo último que piensas es en compartir lo que sientes con otras personas, porque es muy duro y no te gustaría ver a nadie en similar tesitura. Y siendo mala, lo importante en estos casos es pensar en ti y en lo mejor para que todo este proceso no afecte a tu vida familiar y personal. En estos casos es cuando más egoísta debes ser.

-Podría ser peor, piensa en esos países en los que no tienen sanidad pública. ¿Tengo que dar las gracias por ello? Está claro que tenemos sanidad pública y a pesar de la situación actual, intentan tener profesionales, recursos y todo tipo de ayudas para poder dar un buen tratamiento en estos casos, pero estar en la sala de espera de oncología no es algo agradable para nadie, ya sea del primer o del tercer mundo. Además, lo que nadie cuenta es que dejas de ser tú misma aunque ahora te sientas mejor y te hayan operado de maravilla, por lo que ni la mejor medicina del mundo te va a devolver a la persona que eras antes.

-Nunca te he preguntado nada porque no sé si te va a sentar bien. “¿Y crees que es mejor mirarme de reojo porque te da apuro preguntar si estoy bien?” Esto es lo que sienten muchas mujeres cuando otras madres, vecinas o conocidas la miran como diciendo: “pobre, qué mala suerte”. Ante una situación así, vale la pena acercarse con naturalidad y, sin decir nada, poner la mano sobre su hombro para que sepa que tiene un apoyo con el que contar.

Cuando estás al lado de una persona que está viviendo esta situación, no es nada sencillo saber qué hacer o decir, pero mi consejo es que le hagas saber que estás ahí para todo lo que necesite.