¿Existe algo mejor en la vida que partirse el culo a carcajada limpia? No lo creo. Echarse unas buenas risas puede llegar a ser más relajante y placentero que follar, o eso me parece a mí. A lo mejor es porque me río más que follo, pero bueno, que yo defenderé hasta el día en que me muera el humor, el buen humor, y el derecho a reírnos hasta que nos duela la tripa, (Atención: reírse fuerte cuenta como hacer abdominales. Win win).
Por los tiempos que corremos, el humor suele estar más ligado a lo audiovisual o a las redes sociales, pero todavía hay opciones para comprarse un libro de humor y reírse a la vieja usanza. A mí, que me gusta el humor en todas sus formas, también me encanta pillarme un libro, cuanto más absurdo, mejor, de vez en cuando… ¡y a reír que son dos días!
Aquí os traigo una pequeña lista con mis recomendaciones para animaros a que os riáis también en formato papel, aunque, tenedlo muy en cuenta, ninguno de los libros aquí nombrados se arrima ni a la suela de los zapatos (¿tienen los libros zapatos?), se arrima ni a la solapa de mi fantástica novela «Kilo arriba, kilo abajo«. Aún así, todos estos están bastante bien:
1. Sin noticias de Gurb
El libro que me cambió la vida. Estoy segura de que antes de este había leído otros libros de humor, pero con este me reí tanto tanto tanto que hasta me cambió la forma de acercarme a la literatura y consumirla. Es un libro «bastante antiguo» y la mayoría de sus chistes «ya están desfasadetes», pero aún así merece la pena leerlo. Y si os gusta… ¡seguid explorando la obra de Eduardo Mendoza, porque es de traca!
2. Novísimas aventuras de Sherlock Holmes
Una de mis debilidades es el autor español Enrique Jardiel Poncela. No me canso de leerlo. Y cuando leí este libro creí que me daba un ataque de la risa. No puede ser más absurdo, ni más genial.
3. Buena suerte, Belfaonte
Una novedad literaria: publicado hace apenas unos meses, me ha alegrado a mí el verano pues continua esa trayectoria del humor absurdo más disparatado que tanto gustó en España en el primer tercio del siglo XX, cuando escribieron autores como el anteriormente citado Jardiel Poncela. Belafonte es un detective privado cuyo despacho está en una piscina (dentro de la piscina, flotando en el agua) de un aquapark. Y esto es solo el principio. La firman Pablo Vázquez y Ricardo López, dos personas que ya deberían saber que con un nombre cool se triunfa más y mejor.
4. La conjura de los necios
No solo te lees una novela divertida sino que encima puedes presumir de leer a los clásicos, puesto que esta novela de John Kennedy Toole ha trascendido su género y ya se presenta como una lectura capital del siglo XX sin necesidad de hacer referencia a que el protagonista es un tío bastante… vamos a llamarlo peculiar… y que, por lo tanto, tiene un punto de vista sobre la vida igualmente peculiar.
5. Ultraviolencia
Uno de los mejores humoristas vivos (en mi opinión, pero mi opinión es superimportante porque soy toda una experta en el género) es Miguel Noguera. Ver uno de sus ultrashows es una experiencia mística, y leer cualquiera de sus libros es un viaje al lado más jodido de su cabeza. Miguel Noguera es un hombre obsesionado por las rampas al que se le ocurren unas ideas muy locas que por suerte puede plasmar en sus libritos y en sus actuaciones, porque si no ya nos habría matado a todos.
6. La vida es suero
Le compré a mi madre este libro de Enfermera Saturada porque mi madre también es enfermera y pensé que le haría gracia leer algunas anécdotas comunes a la profesión pero yo también me lo leí y creo que me reí más que ella.
7. Memorias de un señor bajito
No hay NADIE como Rafael Azcona, creo firmemente que es nuestro genio patrio del humor, aunque tiene un sentido del humor muy personal y peculiar, de ahí que se haya tenido que crear la palabra «azconiano» para describir algunas situaciones que pudieran parecer creadas por él. Aunque se hizo famoso por sus guiones para películas como El verdugo, La Vaquilla o Belle Époque, también dejó algún libro escrito y este es mi favorito, sobre un señor de lo más normal, aunque algo bajito, que intenta llevar una vida normal pero al que le ocurren cosas de lo más variopintas.
