Creo que todos estamos de acuerdo en que el mundo debería estar repleto de abuelos y abuelas eternos… En mi caso, tengo una abuela con tantas anécdotas en su vida que nos ha dado para estar casi a las puertas de finalizar nuestro libro, pero de eso ya hablaremos otro día. 

¿Creéis que tenéis una rutina diaria de cuidado personal perfecta? Queridas, eso es porque no habéis conocido a mi abuela… Os pongo en situación. 

En ese momento yo tenía 33 años y ella 81. Como descubriréis en algún momento, Murphy decidió escogerme de entre todas las personas del mundo para ser mi compañero de vida, así que estaba pasando unos días en su casa para echar una mano. Ella, como suele hacer cada vez que voy a verla, mientras abría la nevera y me ofrecía una de la docena de cervezas que esperaban a ser bebidas (mi abuela no solo cree que mi estómago es capaz de ingerir toneladas de comida… también piensa que 12 quintos no me tumban), decía su frase mágica:

  • Nena, vamos a fumarnos un cigarrito y me cuentas…

2 cervezas después, ella ya se había embadurnado cara, pescuezo, pecho y multitud de lugares más donde yo no sabía ni que se pudiera aplicar tratamiento hidratante, reconstructor y por lo maravilloso que decía que era, debía contener lágrimas de unicornio también. Su baile de dedos como método de aplicación me dio tiempo a responderle cuántas veces había follado esa semana (esa segunda tanda de cebada le concedió escuchar detalles a todas sus preguntas) explicarle que mi marido tiene dos manos igual que las mías, y por eso también cocina y cuida de los niños igual que lo hago yo (mi trabajo como nieta independiente es hacerle entender que esos pensamientos patriarcales deben comenzar a cambiar).

Me encanta cuando abordamos el tema sexo, en el que ella curiosea entre risas, pero escucha con atención. Entre pitos y flautas se nos hizo tarde, así que la acompañé a su habitación. Yo pensé que simplemente abriría las sábanas y nos daríamos las buenas noches, pero no… Su cama es una cama canapé, y ahí fue, a abrirla. ¡¡¡Oye que intriga!!! ¿¿¿Qué coño sacará de su interior???

  • 1 almohada…2, 3, 4, 5…6!!! 6 almohadas!!!

¿A ver abuela… 6 almohadas? 

  • Sí nena, 1 para debajo de los pies. El segundo debajo de las rodillas, el tercero para la cadera, el cuarto y el quinto los pongo debajo de los brazos para que no se me duerman… ¿¿¿y el sexto??? ¡¡¡El sexto en el canalillo!!! Que así evito que se me arrugue. 

Esa noche creo que me dormí de agotamiento por el ataque de risa… Después de explicárselo por supuesto a mi amiga Cuki, que todavía hizo que lo encontrara más gracioso. 

Al día siguiente, os prometo que busqué esa crema poderosa con lágrimas de ornitorrinco o de unicornio, ¡ya ni lo sé! Pero voy tarde… voy a tener el canalillo más arrugado que la mojama. Mi abuela nos lleva años de evolución queridas.

Un chinchín por mi abuela y sus 6 almohadas.

Carpatho’s Queen