Hace poco, una persona que ha acabado siendo amiga mía, me contaba cómo le sacó las castañas del fuego a su exmarido, a pesar de que éste la había maltratado durante años.

Y es que la compasión es eterna en algunas personas, incluso con quien no se lo merece.

Os pido que no seáis muy crueles en vuestras opiniones con la protagonista, pues las decisiones que toma cada una vienen motivadas por algo, que suele ser personal y difícil de explicar.

Las personas que no hemos pasado por situaciones así damos por hecho que, si una persona de hace sufrir a esos niveles, si te pega, te insulta y te daña, debes desear con todas tus fuerzas que se pudra en la cárcel, y de forma racional debería de ser así, pero no siempre lo es.

Y este ese el caso de mi amiga Rosario, quien se separó con mucho esfuerzo de un hombre que la torturó durante años y que ahora que él cometió un delito en absoluto relacionado con ella pero que lo llevaría a la cárcel, decidió ayudarlo, mandarle a su abogada pagada por ella para que le solucione la papeleta y no llegue a entrar en prisión.

Y es que a veces hacemos cosas que, a ojos de los demás, no son lógicas, pero es la manera que tenemos de preservar nuestra salud mental.

Rosario había interiorizado tanto que era la única que entendía aquel hombre, que solamente ella podía ayudarlo, que solo con si ayuda podría hacer algo por salir adelante, que cuando este la llamó desde comisaría, detenido por haber causado un grave accidente yendo borracho, ella lo ayudó sin pensarlo.

Y es que ella seguía con su vida y jamás volvería a estar en su presencia por el miedo que le daba, pero el hecho de pensar que entraría en la cárcel y que lo mentalmente débil que era podría llevarlo a algo mucho más oscuro y peligroso de lo que jamás se había planteado, le suponía una angustia tan grande que prefirió molestar a su abogada de madrugada y desembolsar una gran cantidad de dinero para que aquel hombre saliese indemne de aquel follón.

Pagaría una enorme multa, perdería el carnet y debería hacer un curso, pero no entraría en la cárcel. Yo no pude evitar preguntarle: “¿Pero para ti no sería mejor que él estuviese detenido un tiempo? Que estuviese lejos, que pagase por lo que te hizo pasar, que no pueda hacerte daño más”. Pero ella me dijo que no, que siempre que a él le pasaba algo malo, sentía que era en parte su culpa, y expiaba su culpa ayudándolo cuando lo necesitaba, pero siempre desde la distancia, por miedo a una recaída.

Sigue realmente convencida de que es la única que lo puede sacar de su pozo sin fondo de mierda, pero admite que ahora debería centrarse en ella y ser feliz, sacar a este ser de su vida más pronto que tarde y, si o quiere que él entre en la cárcel, que no lo haga. Solo espero que no sea más peligroso de lo que paree.

 

 

Escrito por Luna Purple, basado en una historia real.

 

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