¡Basta ya! Hoy es El Hormiguero, show de entretenimiento que nos tiene un poco hartas con sus salidas de tono en este sentido, pero mañana puede ser otro. La televisión tiene cada día más momentos de degradación a la mujer, pero parece que ya no nos afecta en absoluto, como si estuviéramos anestesiados ante tanto machismo imperante que vivimos en piloto automático. Pero yo ayer no pude más.
El Hormiguero, un programa que pese a ser gracioso de vez en cuando porque te trae a Hugh Jackman por ejemplo y lo hace hacer monerías, tuvo ayer un momento de vergüenza ajena tal que yo he decidido plantarme y denunciarlo. ¿Lo visteis? Ya os ahorro el trago y os lo cuento:
El invitado era Xavier Sardá y todo el contenido giraba alrededor de la circunstancia de que el presentador es catalán. Llegado un punto, la “prueba” o tontería del programa, giraba alrededor de ponerle 4 mozas al señor Sardá y que este averiguara, sin que hablaran, cuál de ellas era de Catalunya. Las mozas, como no podía ser de otro modo, eran 4 modelos, embutidas en ropas ajustadas y escasas, sobre taconazos, que tenían que hacer cosas tan ridículas como contornear el cuerpo (más cosificación todavía, por si no teníamos suficiente con el atuendo) al ritmo de sardanas y luego inclinarse para frotar un pan con tomate agitando los brazos como dios manda. ¡Ah! Todo esto bajo la atenta mirada de Sardá, que no disimulaba sus sonidos de placer y sus caras lujuriosas. No se queda ahí, que la realización no tenía suficiente con grabar a las cuatro mujeres expuestas saltando como objetos en una feria, que se regalaba en planos detalle de los generosos escotes o los glúteos bien altos.
Como coordinadora de contenido televisivo yo misma, me surgen a raíz de esto mil preguntas, pero la primera de todas la más sencilla: ¿por qué todo mujeres? La prueba de demostrar el regionalismo de un ser hubiera valido igual con 4 hombres, o con 2 y 2. Si lo que necesitaban probar eran aptitudes de baile y cocina, ¿era necesario que fueran féminas? No, claro que no.
Ya que la prueba consistía en no reconocer por el acento, puedo entender como requerimiento el silencio de las modelos, aunque eso no ayude a la imagen general. Por lo que… siguiente pregunta: ¿por qué no poner a 4 personas normales? ¿Era un requisito necesario que fueran chicas de talla 34, con pechos desproporcionados, de melena larga y suelta, con maquillaje extremo y ropas ajustadas que marcaran todas esas características? La prueba hubiera valido con personas al azar de mil características físicas.
La pregunta del millón: ¿era necesario?
La respuesta, obviamente, es no. No y es más, es tóxico. Es contaminante. Imágenes como esas no ayudan a alejar del espectador medio la imagen de la mujer que sigue imperante en una sociedad abiertamente machista, una sociedad que no utiliza su televisión –y la cualidad de la misma de poder llegar a millones de personas- para aprovechar y tratar de cambiar estas actitudes. La cosificación de la mujer, el relegar su rol a una muñequita de proporciones marcadas que tiene como objetivo callarse, en un rincón, y despertar el deseo del hombre.
Si esta es la televisión que tenemos a día de hoy, hay algo que estamos haciendo mal. Hay algo que El Hormiguero está haciendo muy mal.
