En los últimos meses habré hecho más o menos unas siete entrevistas de trabajo para empresas de distintos sectores, algunas eran empresas pequeñas, casi familiares, y otras bastante grandes, así que puedo sentenciar que para ser empresa carca y anticuada, el tamaño no importa.

En todas ellas, excepto en una, me entrevistaron hombres, y en todas ellas, excepto en una, me hicieron las dos putas preguntitas: ¿estás casada? y su complementaria  ¿tienes o piensas tener hijos?

Parece ser que esas dos preguntas son indispensables cuando la candidata es una mujer en edad fértil, porque no sé vosotras, pero yo no conozco a ningún hombre al que le hayan preguntado lo mismo en una entrevista.  Manda cojones, ni a uno solo, en serio.

Cuando preparaba las entrevistas, me esforzaba especialmente en salir airosa de las estúpidas “¿cómo te ves dentro de cinco años?” dinos tres cualidades y tres defectos y la archi temida ¿te gusta el trabajo en equipo?, por eso, la primera vez que me preguntaron a bocajarro que si estaba casada, me quedé tan fuera de juego que se me olvidó el resto de lo que llevaba preparado.  Ehhhh, no, no estoy casada, pero domino todos los programas que utilizáis aquí y tengo experiencia demostrable de más de siete años, además también controlo esto y lo demás allá.

¿Y tienes hijos? ¿piensas tenerlos en un futuro próximo?  Sin palabras.  No daba crédito.

Creí que habría sido una pregunta esporádica, una excepcionalidad casposa que no se iba a volver a repetir, pero cuando en la siguiente, y en la otra, y en la de más allá me lo volvieron a preguntar, no me quedó más remedio que asumir, que mientras sea un ser menstruante, me lo van a seguir preguntando en todas las entrevistas que haga por mucho que me joda.

También pensé que quizás esa pregunta me la habían hecho porque eran señores bastante más mayores que yo, pero qué va, también hubo entrevistadores más jóvenes que te la colaban como si tal cosa.

Algunos lo preguntan abiertamente y sin rodeos como quien pregunta si dominas Excel o si has trabajado anteriormente por objetivos; pero también los había más sutiles, que te comentaban que el horario de entrada era flexible “por si algún día se te ponen malos los críos, porque tienes críos ¿no?”, o que después de explicarte las condiciones, te decían “entendemos que lo quieras consultar con tu marido, bueno, por cierto que antes no te lo preguntamos ¿estás casada?”

Casada no, pero CANSADA, un rato.

Cansada de que personas eyaculantes me hagan preguntas que no tienen nada que ver con mis capacidades ni con mi actitud para desempeñar un puesto de trabajo.  Cansada de que me hagan preguntas, que no me harían si no fuese porque tengo vagina.

La única vez que no me lo han preguntado (ni si estoy casada, ni si tenía hijos o los pensaba tener) fue cuando me entrevistaron dos mujeres.  ¿Casualidad? No lo creo.  Seguro que ellas también quedaron hasta el coño en su momento de contestar estúpidas preguntas.

La vetusta bloguera