Hace unos días, de casualidad, di con un post que comentaba que la película ‘Chicas Malas’, obra maestra del cine adolescente donde las haya, cumplía 15 años. 15 AÑOS. No he podido remediar ponerme algo nostálgica y añorar mi tierna adolescencia. Porque aunque pueda costar admitirlo, todas nos hemos llevado alguna lección de esta obra magistral del cine adolescente.

A mí me encanta el cine. Me gusta más que comer pizza de desayuno con resaca. Más que hacer pis en casa después de hora y media de atasco. Me gusta fuerte y he visto mucho.

Siempre que estoy rodeada de cerveza en algún sitio, tipo cita, tipo quedada con amigos, saco el cine como tema de conversación. Empiezan los eruditos a hablar, los aficionados afirmamos como si supiéramos de qué hablan y cuando ya hemos perdido a los que veían solo las pelis que nos ponían cuando nevaba en el cole, saco mi tema favorito: la obra maestra de la comedia adolescente americana que es Chicas Malas.

Por lo general recibo miradas desaprobadoras y risas incrédulas, pero siempre hay alguien que frunce los labios y empieza a asentir con severidad y entonces lo sé: hay un creyente en la sala y voy con todo.

Chicas Malas es una obra maestra. Punto. Y si has leído hasta aquí es porque opinas como yo.

Ariana Grande se ha inspirado en esta peli para su último videoclip

De toda obra maestra podemos llevarnos varios aprendizajes. De Chicas Malas podemos llevarnos mínimo las siguientes lecciones:

  • Todos somos un poco penosos: por distintos motivos y en distintos momentos de nuestra vida, todos pasamos por momentos poco favorecedores. Pero siempre tendremos algo que explique el porqué: un divorcio, mudarse desde África o que no nos dejen ponernos aros.

  • Somos lo que somos, sin necesidad de traumas: es lo que hay. Nos gusta criticar, lo hacemos todos. Pero también nos debemos a nuestros grupos. Tú podrás decir de tu mejor amigo que es “insoportablemente gay” pero le romperás los dientes a quien lo haga ¿Por qué lo hacemos? Porque así somos, nos insultamos más cuanto más nos amamos. Ahí está Chicas Malas para recordárnoslo.
  • Por mucho que fuerces un término, si no cuaja, no cuaja: aun me pregunto cómo pudieron instalarse palabras como swag o el LOL dicho de palabra en el vocablo puberto. Si fabu (fetch en vo) no surtió su efecto, no sé como los otros dos sí.

  • Los dramas adolescentes no cambian: tú eras igual de ridícula que lo es tu vecina del tercero que acaba de entrar en la pubertad. Sus dramas fueron los tuyos. Sus preocupaciones y sus triunfos también. La vida adolescente no trasciende, por suerte, pero tampoco cambia. Es la época de preocuparse por el qué dirán de ti, por lo que llevas puesto y por quien te gusta.  Entrar en el club de matemáticas es un suicido social en 2004 y en 2019 (del que se puede sobrevivir).
  • Las mujeres somos graciosas: por suerte cada día es menos necesario decir esto en voz alta, pero, honestamente, hace quince años ser la graciosa de clase (a pesar de serlo) era algo imposible pues estaba reservada la posición a los chicos. Dios bendiga a Amy Poehler y, sobre todo en este caso, a Tina Fey por darnos fe.
  • Jingle Bells Rock: el aprendizaje es la coreografía; las que más y las que menos recordamos algún movimiento de pectorales y de cadera que nos han salvado más de una noche de fiesta (por si alguna quiere repasar los pasos os los dejo aquí)
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La realidad es que han pasado quince años desde que salió y no soy capaz de pensar en una digna sucesora.

Hay alguna comedia gamberra más por ahí, alguna comedia romántica de Netflix que no está mal, pero Chicas Malas puso en pantalla lo que muchas comentábamos en los patios. Puso en pantalla y como protagonistas a las chicas populares, los dramas de la regla, criticar allí y allá y la esclavitud de cómo ir vestida; cumplía el sueño de derrocar a la “reina del baile” que a más de una se nos cruzó por la mente.

Lo mejor de todo es que cuando la vuelvo a ver, me hace sentirme igual que me sentía cuando la vi por primera vez. Y es en la única situación que coqueteo con la idea de volver a pasar por esos insufribles años de instituto.

Sé que como yo hay más personas sueltas por ahí que adoran esta película y que quisieran darle su sitio en la historia del cine, pues que estas palabras sirvan de mecha.