Hemos crecido dentro de una cultura donde las mujeres se juzgan, se comparan continuamente, invalidan los sentimientos de otras e incluso desprecian a otras mujeres, a veces siendo los celos la única causa de tanto odio. Siempre nos ha seguido el estigma de que las mujeres somos vengativas, celosas, criticonas y cotillas, especialmente con otras mujeres. Y estos comportamientos, patrones y pensamientos han ido desarrollándose durante siglos, calando en la consciencia colectiva, en nuestra mente y en nuestros corazones. De hecho, a pesar de movimientos como el #MeToo y el impacto social del movimiento feminista, aún seguimos viendo ciertos de estos comportamientos: las comparaciones siguen estando a la orden del día y hay mucha ansiedad acumulada en nuestros cuerpos a causa de ellas.

Sin embargo, muchas de nosotras ya nos hemos dado cuenta de estos patrones destructivos sabemos que la única manera de cambiar permanentemente esta parte de nuestra cultura es aprender a apoyarnos las unas a las otras. Decir adiós a las competiciones, a los celos, a hablar mal de nosotras, a los desprecios y al rencor que se acumula durante años. Es el momento de cambiar nuestra mentalidad y actitud y alejarlas de la negatividad para que vibren de compañerismo, apoyo, amor y unión. Alguien muy especial me dijo un día que no podemos cambiar el pasado, ni siquiera a los demás si ellos no están dispuestos a escuchar, pero sí tenemos el poder de cambiar nuestros patrones para liberarnos a nosotras mismas y a nuestras hijas y no concibo una causa más bonita que esta.

 

 

Como todas imaginareis, el gran talón de Aquiles de muchas de nosotras son los celos y darme cuenta de este patrón ha sido uno de los viajes más largos y transformadores para mí. Muchas veces, detrás de ellos se esconden muchos más sentimientos de los que podrías imaginar. La próxima vez que te sientas celosa de la vida (o el cuerpo) de alguien y empieces a compararte, explora este sentimiento más profundamente. Pregúntate por qué te sientes de esta manera y crea una oportunidad para conocerte mejor. Es muy probable que, detrás de esos celos, haya un sentimiento de no ser suficiente y por eso es importante que practiques autocompasión y recuerdes que cada persona tiene un camino y va a su propio ritmo. El tuyo no es equivocado, es tan único como el de cualquiera. Cuando la comparación sea tan solo física, recuerda también que somos nosotros los que creamos la “moda”. Si empezamos a amarnos a nosotras y a nuestros cuerpos con la compasión y la gratitud que merecemos, nos daremos cuenta de que somos también únicas, preciosas y que nuestro valor no radica ni en una talla, ni en el color de piel ni en ningún otro atributo físico.  

Otra forma de conocerte a través de los celos es cambiar la forma con la que miras a la otra persona. En vez de sentir rabia, rencor o la necesidad de menospreciarla para sentirte mejor, podrías intentar ver a esa persona como un modelo a seguir, alguien a la que admiras y de la que tienes muchas cosas que aprender. Si nos centramos en ver a esas mujeres como una competencia, perderemos todas las oportunidades que la vida nos da de convertirnos en la persona que queremos ser (sin olvidar de querernos en el proceso). Además, si hay una mujer en tu entorno que está consiguiendo algún tipo de éxito en su vida, puedes apoyarla y alegrarte por ella. Si nos ayudamos entre todas a escalar, conseguiremos romper mucho antes todas las barreras que nos han ido construyendo durante generaciones.

 

 

También parece que nos hayan inculcado de pequeñitas a acumular rencor y que nos cueste mucho dejarlo ir. Recuerdo cuando era adolescente y los chicos se perdonaban instantáneamente, mientras las chicas éramos capaces de romper una amistad por un desencuentro. No digo que todas fuéramos así ni que podamos afirmar con rotundidad de que realmente hay diferencias significativas entre ambos géneros, pero así fue mi experiencia creciendo y siempre he pensado que era parte de nuestra cultura colectiva. 

El rencor acaba acumulándose en cada resquicio de tus huesos sin que nos demos cuenta de que nos afecta mucho más a nosotras mismas que a la persona hacia que lo sentimos. Cuando te sientas sola, cuando te cueste confiar en las personas o en otras mujeres, intenta extender tu mano y conectar con las mujeres de tu vida o de tu comunidad. Construye un puente de comunicación e invita a los demás en tu mundo, haz preguntas, observa cómo cada mujer que se cruce en tu camino puede ser una puerta e inspirarte. Con el tiempo, he visto todo lo que el apoyo a otras mujeres, el compañerismo y la gratitud han traído a mi vida y estoy segura de que entre todas podemos construir un mundo mejor.