¿DARLE TU LECHE A OTRO BEBÉ?
Cuando empecé con la lactancia materna me di cuenta de que tenía un reflejo de eyección fuerte. Eso significa que cuando el bebé se engancha al pecho y el cuerpo nota que tiene que producir leche ésta sale a chorro. No a gotas, A CHORROS. En algunas ocasiones esta condición puede ser algo molesta para el bebé, sobre todo cuando es muy pequeño, pero se suele regular con el tiempo. Normalmente a los cuatro meses de lactancia no debería suceder más.
Por eso cuando mi bebé cumplió cuatro meses decidí buscar una solución por mi cuenta. Me informé sobre la extracción de leche y si eso podía reducir la fuerza de la producción y lejos de encontrar la solución lo que descubrí fue la donación de leche.
Yo no sabía nada sobre el tema y siempre se me había hecho raro el pensar en que una mujer le diera el pecho a un bebé que no fuera su hijo. Así que dejando de lado mis prejuicios me cité con una enfermera encargada de la donación de leche en mi comunidad para que me informara.
El proceso de selección
Antes de convertirte en donante de leche tienes que someterte a una entrevista en la que te preguntan por tu estilo de vida que debe ser más o menos saludable, te explican todo el proceso que tendrás que seguir si te aceptan como donante para que sopeses los pros y los contras y te hacen una serología para descartar enfermedades. Esta serología se repetirá cada 6 meses.
La extracción y el material
Una vez aceptada te darán el material de extracción. Un sacaleches, embudos nuevos con la medida de tus pechos, bolsas de esterilización para microondas, botes esterilizados para la recolección, etiquetas con información para pegar en cada bote donado y suministros varios.
El momento de la extracción es como un ritual. Has de esterilizar todos los componentes en las bolsas de microondas, lavarte las manos, ponerte mascarilla y gorro y ya puedes empezar a sacarte la leche. Una vez acabas continúa el ritual. Cerrar el bote recolectado, pegarle la etiqueta con la fecha y cantidad de leche extraída, limpiarlo con alcohol, meterlo en una doble bolsa de zip y directo al congelador. Y a limpiarlo todo otra vez.
¿Y todo esto para qué?
¿Por qué querría alguien someterse a tantos problemas si ni si quiera pagan? Pues bien, cuando di a luz, a los dos días estaba entrando por la puerta de mi casa con un pequeño nuevo ser que venía a cambiarnos la vida para siempre. Hay gente que no tiene esa suerte. Hay gente que se pone de parto y cuando vuelve del hospital entra en casa con los brazos vacíos, a una estancia silenciosa, porque su bebé se ha tenido que quedar en el hospital por prematuridad, enfermedad o mil razones más. Cuando este tipo de cosas pasan suele ser muy común que la mamá no pueda producir leche y ahí entran las donantes de leche. Un bebé ingresado que está tomando leche materna ya sea de su propia madre o de una donante puede ver reducida su estancia en el hospital hasta en un cincuenta por ciento del tiempo.
Yo por mi parte llevo diez meses ayudando con mi pequeño granito de arena a esos padres que se han visto en una situación que no esperaban sin merecerlo y animo siempre a aquella madre que se lo esté planteando a dar el paso e intentarlo.