Compañeros de instituto que tuviste en los 2000

No sé vosotras, pero con esto de la vuelta al cole ando últimamente un poco nostálgica. Por nada del mundo volvería atrás, pero, si pudiera viajar en una máquina del tiempo dad por sentado que haría un documental de las tribus urbanas que encontrabas en un instituto promedio español. A falta de un DeLorean que me lleve a 2006, tiraré de recuerdos (¡y agendas!) para rescatar los personajes más icónicos de aquellos días. 

El cani

La camiseta de El Niño, los pantalones Rottweiler, las Nike de muelles o las Air Max en su defecto conformaban el outfit de rigor siempre que no llevasen el chándal protocolario, cuanto más blanco mejor. Los oros eran su religión, no solo en el sentido figurado. Las que fuimos testigos de ello los recordamos con medallas y crucifijos del cuello, a ser posible varios a la vez. A pesar de la fama de conflictivos había un poco de todo y, como en cualquier tribu urbana, también los había de pega, por la moda y el postureo. Igual alguno te acosaba y venía otro de su clan, te defendía y acababan a palos entre ellos (eso lo viví una vez). A menudo eran repetidores e interrumpían la clase por chorradas. Yo me reía con ellos, pero también me daban respetito.

La cani

Evidentemente, la homóloga femenina merece protagonizar un epígrafe ella sola. Además de vestir con colores flúor, pantalones de campana de tiro bajo y albergar cierta obsesión por los piercings en alguna esquina de los labios (inferior o superior, daba igual), solían caracterizarse por decorar agendas y carpetas con fotos de sus amigas bajo un título como “SaS NiNiAs ReShUlOnAs”. Si te descuidabas, te escribían sus nombres con típex en el estuche y te firmaban en la agenda, siempre con la misma tipografía, claro. Si te gustaba Fondo Flamenco o Andy y Lucas teníais posibilidad de simpatizar, porque siempre era mejor tenerlas de tu lado que contra ti. No era raro encontrar grupitos a lo Chicas Malas pero llenas de oros y los rabillos de dos centímetros de largo. 

Los surferos

Gente pija siempre ha habido y en aquella época a los adolescentes les dio fuerte por la estética surfera, de manera que podías ser de Medina del Campo y parecer que te habías criado en California. Billabong, Quicksilver o Roxy eran algunas de sus marcas favoritas. Tanto era así que algunas chicas guardaban las etiquetas de la ropa y la pegaban en las agendas como si fuera un álbum de cromos. Los collares de conchas y el pendiente de coco eran otro must, sin duda. Solían ser los favoritos de la profe de inglés porque en verano iban a campamentos bilingües o intercambios. Aquí se movían las verdaderas Chicas Malas, aunque había de todo, claro. Los chicos acostumbraban a llevar un corte que quedaba entre Justin Bieber y cincuentón en el club náutico. Atarse los cordones de las deportivas era de pringados.

Los frikis

Todos los que no encajaran en los dos grupos anteriores solían considerarse personas básicas o directamente frikis. Daba igual que solo conocieras Sakura Cazadora de Cartas y Sailor Moon, porque se te había etiquetado ya como otaku y, por ende, como friki. Cualquier tribu urbana alternativa: emos, góticos, punk princess, todos los derivados del metal y del rock en general cabían en este curioso cajón de sastre. Por lo general eran personas que no terminaban de encajar en los estándares de la sociedad y en su búsqueda de personalidad pasaban por varias etapas. Era fácil de adivinar por lo corto o largo que se dejaran el flequillo y las mechas de colores que lucieran en este, además de por la cantidad de pulseras y cinturones con tachuelas (pinchos los más osados) que llevasen puestos. Solían aprovechar los descansos entre clase y clase para dibujar, escribir, leer o escuchar música en el mp3. Con suerte, si tenías un compi afín, lo pasabas con él. Surprise! Yo pertenecí a ese grupo. 

Y tú, ¿en cuál estabas?

 

Ele Mandarina