Hacía tiempo, mucho tiempo, que yo no me pegaba un fiestón con mis amigas.

Estoy en esa etapa de la vida en la que llega el sábado y a mi lo único que me apetece es tirarme en el sofá y discutir con el señor marido qué vemos en Netflix. En cambio, algunas de mis amigas salen sábado tras sábado por la noche y, encima, consiguen aprovechar el domingo pese a la resaca. Las muy perras no desvelan el secreto ni queriendo así que hace una semana no me quedo otra que dejar a mi pereza en casa y salir a comerme la noche con ellas para ver si lo descubría.

Creo que no lo hice. Creo no, no lo hice. No supe el secreto pero sí que recordé un montón de cosas que ocurren al salir de fiesta que mi mente ya había olvidado. ¿Queréis saber cuáles son? Seguro que tú también has vivido algunas de ellas, aunque tu mente no te las quiera recordar.

Cosas que redescubres cuando sales de fiesta después de mucho tiempo.

-No conoces la mayoría de las canciones de moda.

Esto es así. No te suenan e incluso te parecen todas iguales. Intentas cantarlas pero terminas haciendo un playback peor de los que te montabas delante del espejo… Al menos hasta que te ponen una de Camela y entonces te conviertes en la reina de todo el bar voceándola y montándote una coreografía que ríete tú del perreo. Esa es otra.

-Ahora no se perrea, ahora se hace twerking

Cuando habías conseguido aprender a perrear con dignidad, resulta que ahora lo que se lleva es el twerking. A ver, por favor, dejadme más años entre tendencia y tendencia porque mi culo no puede más. Así que terminas en mitad del bar, inclinada hacía delante intentando mover el culo pero nada, que yo no tengo ese hueso extra ni esos músculos para hacer esos movimientos, y menos a ese ritmo. Al menos nos hemos reído.

-Los suelos de la discoteca siguen estando pegajosos

Lo había olvidado. No recordaba la dificultad añadida de bailar cuando los pies se te pegan al suelo. De adolescente me molestaba menos, ahora me apetece pedirle una fregona al encargado y despejar un poco mi zona. Cosas de la edad. Como todo.

-Los relaciones públicas han llegado para quedarse

Soy una chica de provincias que alucinó la primera vez que salió por Madrid de noche y la abordaban los relaciones públicas. Aquí no había de eso. Ahora sí. Los hay. Y muchos. De esos que te paran a cada dos pasos para ofrecerte jarras de tequila y chupitos que rechazarás porque tu estómago ya no está para eso. ¿Dónde estabais cuando no le hacía ascos a nada? ¿Dónde?

-No entiendes porqué los jovenzuelos toman copas de Jagermeister

En serio, ¿cómo lo digieren? No puedo dejar de preguntarme como las nuevas generaciones, esos que te llaman señora de la que pasan empujando al baño, son capaces de tomarse una copa tras copa de esa bebida del diablo. Yo, que cuando el jager salió al mercado bebí un chupito de un tubo de ensayo que portaba un azafato, y que hasta aquí puedo leer, y juré que aquello era lo peor de la vida. Al menos hasta ese momento. Está claro, estos chavales toleran el jager con la misma facilidad que nosotros tolerábamos el calimocho pero ays amigos, ya llegarán los veintitodos  y tu estómago te dirá eso de «esto no por favor, que no hay omeoprazol que lo aguante»

-Los bares han cambiado…

La mayoría de tus bares favoritos no han llegado hasta hoy. Tú has crecido y ellos han cerrado. Y hay otros en su lugar, entrarás y sabrás que aquello no es lo mismo aunque vosotras seáis las mismas. Todos los secretos que guardaban aquellas cuatro paredes de tu bar favorito se fueron con la última reforma para abrir esa churrería de moda bajo el mismo techo.

-….pero los baños no

Esto es así. Los baños siguen llenos de puertas sin cerrar, pintadas de amores que seguro que ya no existen y llenos de porquería. ¿La parte buena? Mantener la tradición de ir juntas al baño para que tu amiga sujete la puerta, y el bolso, y la chaqueta, y la copa….

-Sigue sonando Dolores se llamaba Lola

Sí habéis elegido bien el bar, llegará algún momento de la noche en la que sonará eso de «…fuiste la niña de azul en el colegio de monjas. Calcetines y coletas y estabas loca por Paco….» Y te dejarás la voz en el estribillo porque ésta, como las de Camela, sí que te la sabes. Ays, las vueltas que da la vida, el destino se burla de ti.

-Ya estoy en casa

Volverás a casa sonriendo, cansada y puede que con los zapatos en la mano y terminarás la noche enviando ese mensaje a tus amigas de «ya estoy en casa» por muchos años que tengáis. Y entonces sí, a dormir.

-¿La próxima para cuándo?

Al despertar, te vendrás arriba con el subidón de la noche anterior y con el primer café del día en la mano abrirás el grupo de wass para soltar un «¿y la próxima para cuándo?»SPOILER: tus amigas tardarán cero y nada en obedecer y organizar la siguiente y cuando ese día llegué, tu pereza odiará aquella mañana en la que te viniste arriba. Y tú también, al menos hasta la primera copa. O la segunda.