Poco se habla de las mil dudas que le surgen a una cada vez que pisa la consulta del ginecólogo.

No me refiero a dudas médicas, a términos que ellos emplean con la misma naturalidad con la que tú maldices la alarma cada mañana o a esos nombres de pruebas que no logras verbalizar en cuanto sales por la puerta porque a nombres raros, esta especialidad se lleva un premio. No me refiero a todas estas porque estas, más que menos, te atreves a preguntárselas al señor de bata blanca que está al otro lado de la mesa.

Me refiero a esas dudas tontas, ingenuas, ridículas y hasta vergonzosas que a todas se nos han pasado por la cabeza. Y digo a todas porque no puede ser que solo se me hayan ocurrido a mi, no puedo estar sola en esto.

¿Ejemplos? Vamos allá. Por 25 pesetas, dudas circunstanciales de ir al ginecólogo como por ejemplo…

Los calcetines, ¿se quitan o se dejan?

A ti te dicen desnúdate de cintura para abajo y mientras lo haces te planteas si los calcetines te los dejas o no. Por estética yo diría que calcetines fuera pero es cierto que poca estética hay en ese potro espatarrada, con una sábana tapándote y alguien entre tus piernas. ¿Cuál es la opción correcta? Vete tú a saber pero mi enfermera en las consultas de invierno siempre dice «te desvistes de cintura para abajo pero te vuelves a poner el calzado para no pisar el suelo descalza». Y se agradece, porque ha resuelto tu duda sin plantearla y aunque la postura sea igual de poca estética, al menos no ha sido decisión tuya.

La bata, ¿y esto como se pone?

En el mejor de los casos te darán una bata de esas que nunca sabes si la abertura va para atrás o para delante. Que ahora que lo pienso, en este caso, da lo mismo. La pongas para donde la pongas siempre se va a ver lo que te tienen que ver. Y eso en el mejor de los casos porque en el peor, te darán un trozo de sábana y te la tendrás que poner por la cintura. De nuevo, glamour en la consulta, que no se diga.

¿Y sí me tiro un pedo?

Que los pedos aparecen sin avisar y en el momento menos oportuno es algo que todas sabemos así que aunque yo no sea muy de gases, cada vez que voy sufro en silencio por si viene uno. En serio, sufro solo de imaginármelo y no sé si elegiría la opción sonora o la silenciosa. Fuera cual fuera, mi dignidad se iría con la ventosidad. Me imagino al ginecólogo exclamando, como Adara la de Gran Hermano, tres madre mías mientras lucha por sobrevivir al momento. Su profesionalidad debería aportar naturalidad a la situación pero creo que eso es imposible. Nunca me ha pasado y espero que no me pase pero imposible no sufrir por adelantado mientras esperas en la sala por si acaso.

 

Depilación: ¿hay un modo correcto?

A mi esta sólo me surgió una vez porque yo soy de las que siempre que hay cita con el, como dicen las señoras mayores, doctor de abajo, me depilo previamente pero una vez yo iba convencida de que solo me darían unos resultados y hubo un cambio de planes. Cuando aquel hombre me dijo que iba a repetirme la citologia, mi yo interior entro en pánico y mi yo exterior verbalizo aquello de «pero si yo he venido sin depilar» que ocasionó las risas de médico y enfermera y me contestaron aquello otro de «anda, pasa, que estamos acostumbrados a todo» Y sí, ellos estarán acostumbrados a todo pero una no se para de pensar en que está sin depilar en todo el rato que dura el despatarre.

Por favor, que no haya olores corporales

Pongámonos, sino lo estamos ya, en situación: tienes al médico a centímetros de tu zona íntima y los olores corporales existen. ¿Y si huele? Da igual que te hayas aseado aún más de lo normal antes de ir a la cita, que te hayas rebozado y vuelto a rebozar con las toallitas chilly una y otra vez que a veces te entrara la duda. Que si, que los olores corporales son naturales y existen pero por favor, que no aparezcan en momentos como este.

¿Cuál es la definición de molestia ligera?

Estoy convencida de que una de las asignaturas de la carrera es grabarse las palabras «molestia ligera» a fuego para repetirlas una y otra vez. No hay especialista en la materia que no me la haya dicho. Y oye, que yo debo ser una insensible de las buenas porque nunca noto esa molestia ligera y en cambio hay están dos de mis amigas que aseguran que esa molestia ligera es la muerte y me envidian cada vez que afirmo que no me entero. Yo no puedo dar más que gracias a la vida por dotarme con esa insensibilidad ante las molestias ligeras porque visto la reacción de mis amigas, la otra opción es que respondas a esa frase acordándote de su señora madre.

 

De dudar de la fecha de la última regla cuando te preguntan y hasta del método anticonceptivo que usas cuando te lo preguntan con la bata blanca hablamos otro día pero permitirme un último consejo: desconfiar siempre de la gente que dice que ella en el ginecólogo está cómoda. Siempre.