Cada familia es un mundo y lo que está claro es que no podemos juzgar una foto por su brillo. Y yo desde que decidí no pasar la Navidad con mi familia soy más feliz.
¿Suena mal? ¡Suena fatal! ¡Ya lo sé! Pero las cosas son como son y lo único que nos queda es buscar nuestro propio camino hacia nuestro bienestar.
El primer año que decidí no pasar la Navidad con la familia, tuve que poner una excusa bien gorda. Mi familia siempre ha sido muy conservadora y muy católica y claro, cuando dije que no pasaría la Navidad con ellos por poco arde Troya. Sufrí por parte de mi madre todo tipo de chantajes y amenazas: “¿Y si es el último año que estoy viva?” “Si no vienes este año, el próximo no te invito” “¿Cómo puedes hacernos esto?” y mil historias más.
Logré superar un mes de comentarios muy duros, pero cuando llegó el 23 de Diciembre, yo y mi chico cogimos las maletas y nos fuimos a París a pasar nuestras Navidades. ¿Y te digo una cosa? Fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Desde entonces, todos los años organizamos viajes en Navidades con dos objetivos: No poder físicamente estar con mi familia y conocer lugares nuevos.
Ya sé que para muchas personas es una fecha para reunirse y disfrutar de la familia. En mi caso particular, desde que decidí no pasar la Navidad con mi familia soy más feliz.
1. Evito contacto con mi familia
Todas las familias tienen sus historias y así como con mis tíos o tías siempre he tenido una relación genial, con mis padres es otra historia.
La relación con mi madre siempre ha sido muy complicada, su continua presión y chantajes emocionales acerca de mi físico me agotan (mi madre es la reina de la gordofobia y yo tengo una talla 46) y para mí, siendo terriblemente egoísta, lo más sano es mantener las distancias.
Luego está mi padre claro, que aunque acabé una carrera, dos másteres y sea directora de Marketing, siempre me echará en cara lo poco que valgo como ser humano porque cuando me siento, se me hace un rulito en el abdomen.
Si has crecido en un ambiente familiar en el que has tenido que luchar contra viento y marea para quererte a ti misma, seguro que me entiendes. Yo cumplo como hija, pero entiende que pasar 4 días en 1 semana con mis padres, es para mí un auténtico suplicio.
2. No tengo presiones
Cada vez que paso tiempo con mis padres tengo que ir perfectamente peinada y con un conjunto estratégicamente escogido para que me haga aparentar 20kg menos. Sea cual sea mi atuendo se harán comentarios acerca de él.
Cuando como con mis padres, aunque sea mi madre quien prepare la comida y aunque me ponga brócoli hervido, alguno de los dos hará algún comentario acerca de lo que como, cuánta agua bebo, la velocidad con la que mastico o la postura que tengo a la mesa.
Cuando estoy con ellos intento mantener conversaciones normales, pero es muy complicado. Aunque les cuente que he ido a Chicago por trabajo, que he visto la ciudad y que me lo he pasado en grande, harán comentarios negativos acerca de mi experiencia.
“No me puedo creer que hayas ido a Chicago sin tu pareja” “¿Pero a ti te parece normal estar tantos días fuera de casa?” “¡Estás loca! ¿Cómo te subes a un edificio tan alto?”. Cuente lo que les cuente, su feedback siempre da por culo, hablando mal y claro.
El caso, que cada vez que voy a casa de mis padres tengo una presión enorme porque no sé ni cómo comportarme. Es todo muy complicado. Así que mira, al no pasar la Navidad con mi familia tengo una preocupación menos.
3. Estoy con mi chico y mis amigos
Mi chico no tiene costumbre de pasar las navidades con su familia. Para él era un poco incómodo tener que acompañarme a la casa de mis padres cada Diciembre, porque bueno, si para mí es una experiencia poco grata, para él también claro. Además cuando te sometes a ambientes y relaciones hostiles, eso repercute en la pareja y quieras o no, acaba trasladándose a tensiones y roces con tu pareja.
De esta manera podemos aprovechar para disfrutar juntos y hacer planes que en plena rutina no tenemos opción de hacer. Los dos sabemos que cuando seamos papis podremos viajar menos y hacer menos planes así que ¡Este es el momento! Aprovechamos para hacer planes y escapadas, nosotros dos o con amigos. No pasar la Navidad con mi familia me ha abierto un abanico grande de opciones y planes de los que disfrutar.
4. Aprovecho para ver mundo
Le época de Navidades es un momento ideal para hacer viajes. Quizás no por precio, pero muchas ciudades tienen un encanto único en esta época del año. Además, entre los días festivos y los días de vacaciones que no nos cogemos en verano, a lo tonto nos montamos unas vacaciones de 15 días.
París, Londres, Viena o Florencia son algunas de las ciudades que hemos visitado los últimos años en Navidades. Todos y cada uno de ellos han sido viajes espectaculares. No sólo por el turismo y la sensación de descubrir cosas nuevas, también porque siento, que gracias a mis amistades y mi pareja he construido en los últimos años, una familia más sana, con la que sí me apetece pasar las Navidades.