Cuando estaba en 4º de Primaria, un profesor nos mandó hacer unos carteles con lemas, de lo que quisiésemos. Podíamos elegir algo que nos gustase, por ejemplo, nos dijo. Así que yo hice un dibujo precioso de una niña en su cama con un libro y escribí con mi letra de cuadernillo Rubio: LEER ES DIVERTIDO, LEE.  Yo estaba encantada, pero los niños de mi clase se empezaron a meter conmigo y me decían que vaya chorradas, que leer era una mierda.

No podía creerme que pensaran eso en serio. Como ya con 10 años era un poco pava, me traumatizó y ahí se me ha quedado clavado. Pero eso sí, no me dejé convencer y seguí leyendo y leyendo. De este modo, os puedo asegurar que no sería la misma persona si no hubiese seguido con mis libros. Mi vida ha estado marcada por las lecturas que me han ido acompañando desde entonces.

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Creo que he leído enteras todas las colecciones del Barco de Vapor, el Duende Verde y Alfaguara. Mi hermana pequeña siempre dice que me odiaba un poco porque no le hacía ni caso (ella no leía nada). Hay libros que igual leí 20 veces, véase Aniceto Vencecaguelos, El Pirata Garrapata, etc. Luego están esos de los que os hablé, acercándome a la adolescencia. Me hacían feliz, sé que en parte mi infancia fue feliz gracias a ellos (y a la tele porque también era bastante teleadicta). Mi imaginación no sería la misma sin ellos y nunca hubiese empezado a escribir si no hubiese querido escribir cosas tan fascinantes como las que leía. 

Por supuesto, cual teeneager, me obsesioné en plan fan con algunos libros, como cuando salió Harry Potter, qué os voy a contar a muchas eh? Yo tenía claro que era de Gryffindor y que era la novia de los gemelos Weasley (de los dos, sí). Afortunadamente, en mi clase, las había cómo yo de frikis y fui feliz haciendo un trivial que ahora mismo sería incapaz de responder.

Y ya, por fin, me hice ‘mayor’ y empecé a leer esos libros que no paran de sorprenderme, de enseñarme, de engancharme.  En primero de carrera, tuve la suerte de tener una asignatura de esas de nombre rimbombante, Fundamentos culturales de la comunicación, que básicamente era una historia de la literatura y leíamos a Salinger, Capote, Carver … (ahí empezó mi amor por los relatos cortos) .

Después fueron llegando otros, que si la generación beat y pensar que tu vida es un rollo, que si la fase intensita de Amélie Nothomb y Murakami, que si reírme con escritoras inglesas ( ay, mi Nancy Mitford) y claro, lo que más me gusta, la novela americana contemporánea (sí, no soy nada sorprendente, lo siento).

Hay un momento, en que llegas a un punto en el que solo piensas en sacar hueco para leer dónde sea, te da rabia bajarte del metro y aprendes a leer hasta andando. Cuando estás echándote una caña con tus amigos y se te va la cabeza al libro que hay en tu mesilla. Igual suena un poco a locatis de las letras e igual lo soy. Pero cuando encuentras un libro que te engancha no hay sensación igual, te atrapa una especie de ansiedad feliciana, ‘quiero saber más’ ‘qué asco de personaje’ ‘pero y esto???’ Más, más, quiero más . Yo no he conseguido emocionarme igual con una película (si acaso con alguna serie, pero no es lo mismo).

Empezar un libro nuevo es saber que tienes la posibilidad de conocer nuevos personajes, historias desconocidas, cosas en las que pensar, canciones, lugares. Hay libros que leí hace años, pero que siguen viniendo a mi cabeza de vez en cuando. Se me aparecen frases, referencias o personajes que me marcaron tanto que son casi como mis colegas (o enemigos).

Por eso, nunca he podido comprender a la gente que no le gusta nada leer. Y desde luego, menos a los que se enorgullecen de no hacerlo (bueno, es que esa gente, en fin). Y todavía pienso a veces, si mis compañeros de clase seguirán siendo igual de garrulos. No lo sé, es probable.

Os digo, gente que no leéis, LEED. Quitaos vuestras perezas. Leer es divertido. Es lo mejor que podéis hacer casi siempre. Desde luego, es mejor que mirar el móvil en el autobús. En el momento en que encontréis un libro que os tenga despiertos toda la madrugada, querréis encontrar más. Os lo aseguro.

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Ahora, me pongo estupenda y sentenciadora porque sí. Y me permito unos consejos/pensamientos acerca de la lectura:

– Cuando entro a una casa y no hay libros, me da pena.

– Cuando entro a una casa y veo que solo hay libros de colecciones que regalan con el periódico, me da más pena aún.

– Juzgo a la gente por lo que lee.

– La novela histórica es para la gente que no le gusta leer. Si eres de los que te cuesta horrores leer empieza por ahí .

– Desconfío de los best-sellers. Desconfía. Pero déjate atrapar por uno de vez en cuando.

– Antes sufría por dejar libros a medias, ahora me da igual. Si no ha conseguido que siga con él, no me merece la pena.

– No me regales un Kindle o te lo tiraré a la cabeza.

Leed. Aprended. Sed felices.

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