España viste de duelo. Ha muerto Cristina, La Veneno.
Pareciera que el destino de toda persona verdaderamente libre y auténtica sea morir antes de tiempo y en circunstancias traumáticas. A La Veneno la encontraron inconsciente en su casa, habiendo sufrido un fuerte golpe en la cabeza, y cuatro días más tarde, murió. Con tan solo cincuenta y dos años de edad, es imposible no pensar en lo pronto que nos ha dejado, en lo mucho que le quedaría por contarnos, por hacernos reír y disfrutar con ella. Nos queda el consuelo de haber conocido a una mujer que hizo historia en nuestro país.
La Veneno saltó a la fama como estrella del programa ‘Esta noche cruzamos el Mississipi’. Pero su vida nunca había sido fácil, ni antes ni después de su debut en los medios de comunicación. Criada en un entorno que nunca la comprendió y la rechazó solamente por ser diferente, Cristina dejó su pueblo de Almería para establecerse en Madrid y convertirse en la persona que quería ser. Sus apariciones en la televisión también la hicieron enfrentarse a numerosos episodios de transfobia, pero ella nunca se contuvo en mostrarse tal y como era, y siempre será recordada por ser una mujer orgullosa de quién era, muy segura de sí misma, que sabía defenderse de cualquier tarántula.
De La Veneno nos podríamos quedar con varios momentos históricos de sus intervenciones más sonadas en televisión. Pero yo me quedo con el ejemplo vital que nos ha dejado: ella fue una persona valiente, que luchó por ser quien quería ser, que tuvo que enfrentarse continuamente a duras críticas y a personas que la juzgaban simplemente por ser como era, que pasó por muchos momentos malos y muy difíciles, pero que siempre sacaba fuerzas para reponerse y volvía a sorprendernos. Los que de verdad la apreciamos vimos en ella precisamente eso, que nunca, en ningún momento, dejó de ser La Veneno.
