El verano entra en su recta final y no se me ocurre mejor momento para echar la vista atrás a esta estación que tenemos TAN presente todo el año y celebrar haber sobrevivido a los dramas propios de este momento del año. Haber sobrevivido a la operación sándwich mixto (o también conocida como bikini), al proceso de organización vacacional y haber llegado a los ansiados días de descanso en terraza o chiringuito tiene mérito. Pero el mayor de esos méritos lo tenemos las que verano tras verano somos capaces de capear los dramas del verano de una chica con poco pelo.  

No nos engañemos, el verano es la estación reina para las que nos estamos quedando calvas. Sí, sí, reina, pero de corazones en Alicia en el País de las Maravillas porque no hay momento del año en el que deseemos más que nos corten la cabeza que en este. Es nuestra estación antagonista por excelencia.

La pobre buscando sombra donde refugiarse

¿Por qué? Porque lo tiene todo para malograrnos. Lo tiene todo para sacar a relucir nuestras mayores inseguridades cabelludas.

Estos son los cinco DRAMAS del verano de una chica con poco pelo:

Quemarse el cuero cabelludo

En verano se hace misión imposible evitar esa extensión roja everywhere que te arde, que te impide alinear tus cuatro soldaditos con el peine. Preferirías andar por brasas encendidas antes que tocar con las puntas del cepillo tu pielecita sonrojada y sensible.

Tan poco disimulable, tan poco resultona y TAN dañina. Y ni qué decir del después. Cuando nieva solo en tus hombros mientras se despelleja, como el resto del moreno de tu piel al volver a casa. Y el mejor remedio para evitar el tinte este natural de la piel es…

Ponerse gorra

Como todo el mundo para evitar insolaciones ¿no? SALVO QUE TÚ TE LA PONES HASTA LLOVIENDO por si acaso, por si hay resol o lo que sea. O sea, es que no te quitas la gorra ni para cagar no vaya a ser que se cuele algo de Sol por el ventanuco del baño y te pegue en plena coronilla.

¿Has quedado a comer en un chiringuito? GORRA ¿A merendar en el puerto? PONTE GORRA ¿A cenar en la finca de tus primos en ALASKA? GORRA porque ya se sabe que nunca se sabe.

La gorra y el maravilloso fenómeno de la condensación de la humedad de tu ser: tu propio efecto invernadero en miniatura, el incómodo y nada evitable SUDOR de cabeza.

Una buena alternativa a la gorra son los turbantes-A esta chica le queda de escándalo

El sudorcito

Tu más íntimo aliado del verano. Tan íntimo que no se despega de ti y ni de tus pelanganillos, por supuesto. Tú con tu fina y escasa melena para que venga el sudor a actuar de resina y replegar a tus soldados en pequeños escuadrones haciendo que sea MISION IMPOSIBLE cubrirte la cabeza.

Y ojo que cuando no actúa de resina lo hace de gomina y de peluquero autónomo y te hace unos lamidos de vaca estupendos.

¿Tu escena más típica del verano? Le preguntan a una chica con poco pelo esperando que responda “los atardeceres en la playa”, “las acampadas bajo las estrellas al raso”. Pues no, bueno que también, pero te responderá primero, si te está siendo honesta: “yo haciendo malabares para no quemarme, no sudar y mantener mis cuatro pelos en densidad aceptable”.

Porque si combinamos los dos anteriores…

El peinado pos-efecto invernasudoroso

Esa imagen de una muchacha que se pone una gorra y luego se la quita meneando su melena al viento como si nada no es la nuestra ¿verdad? La nuestra es más bien la imagen de una que se quita la gorra, se lleva la mano instantáneamente al pelo, se lo masajea como puede a la vez que va asumiendo la certeza de que tiene la cabeza hecha un cristo y su cartón a la vista.

La nada realista oportunidad de no lavarse el pelo aprovechando que es verano para “acostumbrarlo”

«Así el pelo te dura más días sin lavarlo y ahora puedes aprovechar porque…» Déjalo, si el sudor hace de las suyas ni qué decir de la mugre. Claro que podemos no lavárnoslo, pero no es real que eso vayamos a poder mantenerlo en el tiempo. Si el sudor es gomina, la suciedad del pelo es cemento.

 

Seguro que hay más gente que se queja de estas cosas teniendo melenas fantásticas. Pero no me jodáis, las que nos estamos quedando calvas lo tenemos peor; sobre todo en verano. No todo va a ser llorar. Seguramente pasemos menos calor que las melenas de león y gastemos menos en champú pero esas y otras bondades las dejo para el próximo post, cuando no me tenga que secar el sudor de la raya del pelo que tengo despellejándose.

 

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