Llevas años soportando el indómito avance de tu alopecia y aún hoy te cuesta mantener la mirada en el espejo del ascensor cuando sales de casa. Pero ¿para qué mirarse tanto? Si tu inminente falta de pelo va a estar ahí la mires más o menos y te rías más o menos de ella. Lo que está sí o sí en tu mano es que la mandes a tomar por culo. Así, con una carcajada fuerte ¿de loca? Quizá un poco pero de una loca liberada. Por eso hoy te traigo 5 realidades de quedarse calva para que te rías un poco de todo esto.

No hace falta tener tanto rollazo para lucir tu calva

 

Llevo meses diciéndome a mí misma que me voy a rapar y lo voy a mandar todo a tomar viento: la presión social es muy fuerte. El pelo es el último bastión de la feminidad que nos queda impuesto y que más jodido tenemos de superar ¿por qué? Porque no se habla de ello abiertamente y porque, en realidad, existen mil formas de evadir esa presión: las más radicales se rapan y el resto se mueve entre lo garçon, largo, corto, liso, rizado y hasta las rastas y los colores. Sin embargo, detrás de todo eso HAY VOLUNTAD.

Detrás de la calvicie, por el contrario, HAY ESTIGMA, hay frustración y CERO VISIBILIDAD.

Si aún vivimos en un mundo en el que hay dos realidades que coexisten:

  • Hombres calvos que se peinan el pelo aun teniendo solo 3 en la coronilla y
  • Mujeres que lo que más temen de una enfermedad como el cáncer es perder el pelo durante el tratamiento

¿Qué podemos esperar?

Sigue siendo un signo de vitalidad, de feminidad, de potencia sexual incluso. Parece que el atractivo sí o sí reside en la cabellera. Hemos conseguido avanzar muchísimo en el resto del cuerpo pero nos sigue pesando la calvicie.

Pues hasta el folículo estoy de todo esto.

Me decidí a ser más abierta sobre mi calvicie, porque sí. Menos miedos, menos dudas y más voz y más risas. Si me río yo de ello, se lo pongo más difícil a la lástima del resto.

¿Tú no puedes reírte aún de ello? No te preocupes, aquí estoy yo para ayudarte a verle el punto cómico al dramón que es perder nuestra hermosa cabellera día tras día.

Te traigo 5 realidades de quedarse calva siendo mujer que probablemente hayas vivido:

1.- Tú: “melena al viento”. La vida “melena al suelo”. Sin previo aviso llegó el momento en el que tú, que gozabas de un melenon, empezaste a ver la claridad. Y no la clase de claridad que te permite dejar una relación tóxica (ujalá) si no la claridad que deja entrever el cartón a través de tus pelos morenos.  

2.- La gente se incómoda más que Epi y Blas en una cama de velcro.  En serio, a veces temo que se vayan a quedar bizcos de tanto mirar a todos lados para disimular que me están mirando mis pobres cinco pelos arremolinados. Si convirtiera esto en un juego de beber (“chupito cada vez que alguien mire de mis ojos hacia arriba”) además de no tener pelo no tendría hígado y muy probablemente me preocupase más mi alcoholismo que mi calvicie.

Tensos sin saber despegarse, igual que sin saber despegar la mirada de tus huecos

3.- Tu carrera frustrada es la de peluquera: no hay quien te gane en el arte del disimulo. Innumerables minutos has pasado frente al espejo del baño mirándote, como si fuera la primera vez que lo hicieras, esperando que haya hoy un poco más de volumen en la azotea. Pero no. Así que ahí le das tú a la creatividad: te repeinas cada puto pelo para que quede abultado y disimule el número y el grosor de tus chicos. 

4.- Te has pintado con carboncillo o con algún derivado similar CREYENDO que eso de tener trozos sin pelo PERO del color de tu melena serviría de algo. Serás calva, pero jodidamente optimista.

5.- El color piel blanca tiene un pase, el color Sebastián de la Sirenita ni en tinte, niña:  te has quemado la raya y has llorado al peinarte. No, no tienes suficiente con el martirio de la calvicie. No tienes suficiente con quemarte alguna parte del cuerpo QUE TIENEN QUE OCURRIR AMBAS COSAS a la vez. A ver, las que no sabéis que es eso, no lo habéis vivido y no tenéis idea de lo que jode entre tanto pelo marrón encontrar una raya roja. Que el blanquillo es disimulable pero el fucking rojo no, nein, nidecoña.

Soy consciente de que estamos a años luz de llevar con gracia y holgura nuestra calva pero por algún lado hay que empezar.

Orgullo de calva

Yo no descarto ni los trasplantes, ni raparme; tampoco llevar peluca o quedarme tal y como estoy. No es que lo tenga todo resuelto pero ya no aguanto más la sensación de frustración y vergüenza cuando no logro disimular quien verdaderamente soy: una chica joven que tiene que afrontar las realidades de quedarse calva. 

Si me sale bien el peinado un día, fantasía, como quien ese día se riza. Si no o si sudo o si salgo de casa sin peinar o recién duchada y se me ve, que le den. Como quien lo hace con el pelo sucio o sin desenredar.

Que este sea el inicio de un movimiento en el que NO TENGAMOS MÁS VERGÜENZA, SEÑORAS.

@tengoquenayque