Mi intención no es juzgar, criticar o ponerme a mirar por encima del hombro a personas que no hacen daño a nadie, pero hay una cosa en esta vida que me rechina mucho: la gente que se casa cuando se conocen desde hace ¿una semana?

“Fue amor a primera vista”, dicen.

Y yo pongo mi mejor sonrisa, porque no es plan de amargarles con mi amargura ese momento, pero por dentro me pongo a darle vueltas al tema como una locatis.

Yo también he creído en el amor a primera vista, pero tenía 12 años y estaba enamorada de Paul Rudd en Clueless. Luego aprendí que lo que me gustaba de este señor (y me sigue gustando) es lo tremendamente bueno que está y lo burrísima que me pone. No le conozco, conozco un personaje, una idealización, una paja mental que me he creado en mi mente. ¿Cómo podía amarle?

Pues lo mismo, si bien salvando las distancias, pasa con estas parejas que se quieren como si llevasen toda la vida juntas cuando todavía ni se conocen. Entiendo que en esa intensa semana que llevas saliendo con tu novio Pepito has descubierto un montón de atributos fantásticos y te parece la mejor de las personas, pero es que quedan muchas cosas en el tintero.

Aquí es donde quiero llegar: al principio todo es hablar y es muy fácil encoñarse de un discurso bonito. Él te dice que es cariñoso, que le gusta probar cosas nuevas pero que su plan favorito es pasar el domingo con una manta y contigo, y que jamás de los jamases te faltará al respeto. Genial, pero las palabras se las lleva el viento. Cuando pase el tiempo y te haya demostrado con actos esas palabras que tan bien sonaban podrás hablar de amor, pero hasta hora solo era encaprichamiento.

Amor para mí es vínculo y confianza, y a lo mejor es que tengo el corazón atrofiado, pero no logro una relación así en 7 días. Necesito un poco más. Y creedme que yo he sido la primera que se ha vuelto medio monguer en el metro al ver a un tío atractivo y me he imaginado nuestro primer polvo, nuestra boda y el nombre de nuestros futuros hijos. Fantaseo, como todo el mundo, pero me cuesta llamar amor a lo que todavía no lo es.

Eso sí, quiero dejar claro que no me creo mejor que nadie. Esta forma de ver el amor es la mía y en parte me gusta porque me ha ahorrado llevarme palos tremendos. Dejar de idealizar el amor y las relaciones me ha permitido vivir relaciones más sanas, con sus momentos malos y sus momentos buenos (que por suerte han sido la mayoría). Supongo que yo no he salido con príncipes, solo con hombres normales que me han tenido que enamorar con el tiempo y no con un abrir y cerrar de ojos.

Ojo, que todavía estoy abierta al amor a primera vista, pero tengo claro que debe ser Paul Rudd quién me haga cambiar de idea.

 

Redacción WLS