LOS MOCOS

 

Pues ya estamos entrando en el maravilloso mundo de los mocos.

Los mocos, esos grandísimos hijos de putx que entran (o mejor dicho, salen) de nuestras vidas recién empezado el cole, y siendo mucho más efectivos que el “Rexona”, nos joden literalmente hasta junio del año siguiente.

Hay leyendas que cuentan que convivimos con ellos los meses que contienen la letra “R”: 

SeptiembRe

OctubRe

NoviembRe

Etc.

Pero se ve que quien dijo esta mierda obvió maRyo y juRnio

Vamos, no me jodas. 

(Y hago un apunte para indicar que el agosto pasado cogimos el COVID los tres con su moqueo correspondiente por lo que el único mes sin R terminó siendo julio, y lo sabes).

Esos mocos aquerosos que no dejan dormir, ni comer, ni en definitiva VIVIR. El año pasado con la guardería ya nos conocíamos, y este año, primero de cole, no iba a ser menos peeeeero esta niña ya tiene más ideas y en consecuencia más claras. 

Le dan asco. 

Así que coge con su dedo delicado, y a modo de destornillador de estrella se hurga insistente hasta sacar al elegido. 

Cada vez que la veo así me recuerda a Toy Story (‘El gaaaaaaancho’).

Una vez realizada la extracción, el premiado sale de la mina de camino a una nueva vida y… ¿Cuál es su nueva residencia? NO ES UN PAÑUELO. Puede ser el sofá, el perro, mi brazo, la mesa, incluso su propia botella de agua (aún no es consciente de que luego tendrá que cogerla, en ese momento es Asco es valiente). 

El otro día me toqué algo en el pelo y parecía que llevaba una bola de esas que ponen en las trenzas. Pedazo de moco. Parecía lomo. 

Y bueno, como le regañe porque tienes la suerte de ver el transcurso de su acto, se lía a llorar para que entiendas QUE LE DA ASCO y no es capaz de gestionarlo de otra manera. 

Pero a mí ya ni pena ni mierdas, que sabe decir cosas muy complicadas, ¿y pa pegar un moco no sabe pedir un pañuelo? Pues no me lo creo. 

Tengo cada noche el nebulizador echando chispas a ver si acortamos tiempos. El truco para que se esté quieta es llamarlo “El micrófono” y le explicamos que tiene que cantar. Y ahí se lía como una loca con el “Estrellita dónde estás…” a grito pelao a las 10 de la noche, que termina rendía del cante, del humo y con la cara con costras de mocos por aquí y mocos por allá.

Así que aquí mi historia de mierda de hoy que, para ser sincera, no sé si acabar diciendo que mejor esto a que se los coma.

 

LADY APEGO