Sí, soy esa persona que en cuanto sale algo nuevo se sube al carro. Llámalo curiosidad, llámalo bombardeo en los medios, llámalo modernismo, o simplemente llámalo crisis de los 40 y que la más mínima cosa que me aleje de la madurez y me acerque a la juventud me va estupendamente. ¡Y voy con todo! Así que en cuanto oí hablar del “realfooding” me dije: “Nena… lo tienes que probar…”  Porque ya solo que la palabra sea en inglés te quita un par de años de encima. Así que ahí que me adentré en el mundo de “la comida real”. Me ilusioné mucho al principio pensando que con “comida real” se referían a la comida de los reyes. Enseguida me di cuenta de mi error. No os voy a negar mi decepción. Yo que ya me veía en una gran mesa repleta de muslos asados, de comida exuberante, de vasos y copas relucientes y rebosantes al más estilo “Vikingos”. 

Lo primero fue descubrir los dos grandes pilares del “realfooding”. Por un lado, comer comida real (que no la de los reyes) y por otro evitar los ultraprocesados. Pero ¿qué era eso de la “comida real”? Después de descartar la realeza la siguiente opción que me vino a la cabeza no fue agradable. El otro significado de real es “verdadero”. Por alguna razón que nunca sabremos mi cerebro asoció “verdadero” a “vivo”. Y aquí viene el drama. Las de mi generación me comprenderán cuando diga que en el momento de pensar en comida viva no puede evitar acordarme de “Los Fruittis”. ¿¡CÓMO IBA YO A COMERME A GAZPACHO Y A MOCHILO?!  Por suerte Google es sabio y me explicó que la “comida real” a la que se refería era a los alimentos en si mismos. Todo un alivio para la niña que aún vive en mí. Habría sido todo un trauma comerse a Mochilo pero aún más a Pincho con todas y cada una de sus púas. 

Una vez descubierto el misterio pasé a indagar sobre los “ultraprocesados”. Aquí me invadió una duda: ¿cuándo un alimento pasa de procesado a ultraprocesado? Supuse que cuando se radicaliza. Una salsa picante es “procesado” pero el tabasco ya sería “ultra-procesado”. Y pasaría lo mismo con el queso tierno y el cabrales; la Coca-Cola y el redbull o los Corn flakes y los Choko Flakes. Pues no os lo vais a creer…. pero no se trataba de eso. Con “ultraprocesados” se referías a los productos comestibles de fabricación industrial. ¿Quién lo iba a imaginar?…

En definitiva, y después de informarme en profundidad sobre el “realfooding”, resulta que se trata de comer la comida que te hacía tu abuela toda la vida y de no comer “la mierda esa que te venden por ahí” (como me decía la misma señora). Y es que con todo el dolor de mi corazón tengo que reconocer que estas cosas me pillan mayor. ¡Me pierdo con tantos tecnicismos y palabras en inglés! Así que de momento y hasta nueva orden en mi casa aparcamos el “realfooding” porque me pilla “real-lost”. 

 

Marta Toledo