Impactada y llena de cargo de conciencia. Así me encuentro después de ver el vídeo que está llenando las redes para concienciar al mundo del uso de animales en el testeo de productos cosméticos. De hecho, me he taladrado a la silla para no levantarme corriendo a revisar el neceser y las estanterías del baño.
La responsable de este tremendo documento es la ONG Humane Society, que valiéndose de estrellas como Zac Efron o Taika Waititi nos presenta al conejo Ralph. No es un conejo cualquiera, es un conejo de testeo, ciego, sordo, pero orgulloso de su misión en la vida. Al fin y al cabo, lo hace por los humanos y los humanos somos muy superiores a los animales, ¿no?
Como todo en esta vida y a pesar de que todos estamos de acuerdo con el mensaje de Ralph, el vídeo no está exento de polémica. Que si tú comes más carne que yo y no tienes derecho a compartir el vídeo, que si tú vas al zoo … Bueno, poco a poco, hasta ahora no se había hecho algo que tuviera un alcance tan grande como #SaveRalph, al menos que yo recuerde. Puede ser el principio de algo.
Te lo digo yo que Soy de esas personas que viendo una película prefiero que se muera toda la familia asesinada que el perricuchín. Me niego a ir al zoo o al circo y, por supuesto, el uso de animales en espectáculos me repugna. No me vale “el toro de lidia solo sirve para eso” porque veo sujetos en las crónicas de sucesos que valen para menos y ahí están, sin que les pueda dar cuatro estocadas porque no es legal.
¿Productos de primera necesidad? Desde luego para mí sí, sin duda. Soy adicta a los cosméticos, nunca agoto una crema sin haberme comprado otra nueva porque huele a ”X” o es de color “Y”. Entrar en comercios que empiezan por Seph o Prim (no me pagan publicidad), me pone tan cashonda como el propio Zac Efron o las croquetas de pulpo. Pero ¿es de primera necesidad que estén testados en animales? Creo que hay una larguísima lista googleando que te demuestra que no, no es en absoluto necesario.
Por suerte la UE hace tiempo que tomó medidas y será muy difícil que puedas comprar un maquillaje que se haya probado previamente en un laboratorio con animales, pero ojo, eso no significa que esté prohibida la experimentación, de ahí el escándalo de Vivotecnia. Te juro que no he podido sentarme a leer al respecto porque sé que no lo voy a aguantar y va a sacar lo peor de mí para el resto del día.
Por desgracia el mismo camino no se sigue en todas partes y no me explico la pasividad de algunos países ante, ya no la permisividad, sino la obligatoriedad de testar en animales, algo totalmente prescindible para el ser superior, el ser humano.