¡Encontré la solución para los calcetines desparejados!: Pinzatines
Esto, más que un producto en sí, es un concepto, una idea. Y, encima, he de reconocer que no es propia, sino un plagio: una buena idea de otra persona que yo adopté por encontrarla brillante y, desde ese momento, no paro de recomendársela a todos mis amigos. Es más, ni siquiera el nombre me lo inventé yo.
Yo no era más que una usuaria de calcetines promedio, de esas a las que la lavadora le vacilaba y se tragaba de tanto en cuando uno de los calcetines de una pareja, dejándolos compuestos y sin novio y obligándome a vivir en un casi perpetuo día mundial del Síndrome de Down (ya sabéis, por aquello de ir con los calcetines desparejados para dar visibilidad). Cuando no era la lavadora, era el cesto de la ropa sucia o la cesta donde dejaba la ropa limpia pendiente de guardar, pero la cosa era que siempre andaba perdiendo calcetines de forma aleatoria y teniendo que resignarme a no ponérmelos nunca con su pareja o a tirarlos aunque aún no tuvieran la edad de jubilación. Y mira que yo intentaba asegurarme de echarlos juntos a lavar, meterlos juntos en la lavadora, tenderlos juntos y doblarlos juntos para asegurarme de que se perdieran el menor número de vidas posibles, pero ni por esas…
Pues, el día menos pensado, mientras navegaba en el mar infinito de las historias de Instagram, me encontré a una chica hablando de tal problemática. No era una influencer de lifestyle ni nada por el estilo, sino que se trataba de una tatuadora a la que le había dado por compartir su sabiduría calcetinesca con el resto de los ignorantes mortales.
Así fue como llegaron a nuestra vida nuestros adorados pinzatines.
Los llamados pinzatines no son nada más y nada menos que los típicos «imperdibles» de plástico que se usan en labores como el crochet para señalar por dónde vas (creo que ese es su principal uso pero, si no es así, admito correcciones, ya que soy una completa ignorante de las labores de costura). Estos cacharritos, al estar indicados para insertarse en los tejidos, no abren agujeros en la prenda y, al no estar hechos de metal, se pueden mojar sin que se deterioren y se oxiden.
Si aún no os queda del todo claro cómo se usan, yo os lo explico: cuando te quitas los calcetines, antes de echarlos a lavar, pones un pinzatin a la altura de la goma del calcetín y lo unes con su compañero; lo cierras y ambos quedan unidos en sagrado matrimonio hasta que tú los fuerces a separarse. De esta forma, van juntos al cesto de la ropa, siguen juntos cuando los echas a la lavadora y, cuando te dispongas a tenderlos, puedes colgarlos del tendedero con el mismo pinzatin, quedando un calcetín a cada lado de la cuerda. Así, además de facilitarse la tarea de encontrar las parejas de calcetines, también se facilita la del tendido, puesto que no tienes que coger dos pinzas, sino que echas la pareja sobre la cuerda y fin.
Yo sigo emperrándome en quitarles el pinzatin a los calcetines y doblarlos para meterlos en el cajón, pero mi chico no les quita la pinza hasta que no se los va a poner, de forma que reutiliza el pinzatin de la pareja de calcetines limpios con los calcetines que se quita antes de meterse en la ducha para echarlos a lavar. Él tiene claro que no se arriesga a perder ni un solo calcetín más en un descuido.
Sé que os puede parecer una tontería pero, hasta que no probéis este «invento» no descubriréis la maravilla más tonta que jamás pudo existir. Os lo garantizo.
Si queréis saber qué pinzatines me compré yo, os dejo el link aquí.