¿Entrevista de trabajo o entrevista a mis tetas?

 

Cuando me quedé sin trabajo empecé a buscar de forma un poquito tranquila y light posibles trabajos. Cero presiones  aunque sin pausa. Al principio una va descartando trabajos para los que no está cualificada, luego descarta trabajos que no apetecen por los motivos que sea y cuando te das cuenta echas un currículum al día para una empresa al que 100 personas mínimo antes que tú ya han aplicado y que de verdad tienen experiencia en ese puesto. Pasada esta época de positivismo ilustrado ya me puse a echar currículums a mansalva, me gustaran o no. Visto que eso no daba tampoco resultados y ya como último recurso aplicaba a trabajos para los que ni siquiera estaba cualificada, ya en modo desesperación. Pues bien, en este punto de la historia me paro y os voy a contar una anécdota bastante asquerosa a la par que lamentable. 

Por Tinder conocí un tío hace un tiempo que bueh, sin más la verdad. Hablamos un poco, pasamos a hablar por Instagram pero vamos, por mi parte cero interés. Yo ya le había comentado que estaba buscando trabajo y que no tendría problema en mudarme a las ciudades que están más cerca porque en la ciudad en la que estoy tampoco es que haya mucho trabajo.

A los días me escribió por Instagram para contarme lo primero de todo que él era el encargado de recursos humanos para la empresa en la que trabajaba y segundo que se había quedado una vacante libre para un puesto en el que yo tenía experiencia. Todo esto me lo comentó entre fichas varias y como no quería ningún tipo de malentendido le expliqué de buenas maneras que no me gustaría que me estuviera haciendo este ofrecimiento con algún tipo de doble intención. Su respuesta fue que solo quería darme un trabajo y sobre todo que si eso hacía que yo me mudara de ciudad al menos ya contaba con que tenía un buen amigo para salir a tomar algo. No la vi venir, os juro que eso no me lo tomé como una ficha al uso. 

Dicho y hecho, carretera y manta. Me planté en la ciudad de al lado para hacer la entrevista con toda mi buena intención, una sonrisa de campeona, un vestido precioso y mi currículum bien actualizado. 

Llego a la oficina, espero en recepción y llega él de repente. Era la primera vez que nos veíamos en persona y ni superó ni empeoró mis expectativas sobre él. Era como un sin más, pues ahí estaba, míralo que majo y vamos a hacer la entrevista que lo paso mal con estos trámites. Entramos en su despacho y nos sentamos enfrente, todo muy formal. Le di mi currículum y se puso a inspeccionarlo unos segundos, al instante se centró en mis tetas. Directamente y sin ningún tipo de disimulo o reparo. No es que llevara un escote de la hostia (que eso tampoco justificaría nada porque me pongo lo que me da la gana, eso sí con un poco de protocolo que no deja de ser una entrevista para un puesto que me interesaba) pero vamos que me estaba mirando descaradamente.

La entrevista consistió en dos o tres preguntas formales sobre mi experiencia y estudios (cosas que él previamente ya sabía) y mientras yo me explicaba un poco e intentaba extenderme él se dedicó a pasarme notas en el folio donde debería estar apuntando las cosas que le interesaban de mi vida laboral. ¿Qué ponía en esas notas?: “Estás guapísima”, “ese vestido te hace unas tetas increíbles”, “¿tomamos algo después de la entrevista?”.

Me gustaría explicaros mi cara y lo mal que salían mis palabras de mi para contar mi experiencia laboral pero es indescriptible. No podía decir nada en alto porque no sabía quién nos podría estar escuchando porque el puesto de trabajo me interesaba pero no sabía como reaccionar a lo que estaba pasando en ese despacho. 

Acabó la entrevista y al despedirnos me dio dos besos y me dijo al oído que le esperara fuera en la puerta, que salía en 10 minutos. Esta es la parte de la historia en la que me podéis insultar y odiarme sin ningún reparo porque le esperé. Le esperé pero para decirle que me tenía que volver a mi ciudad, que muchas gracias por todo y que con lo que fuera que me dijera. 

Me llamó esa misma tarde para decirme que el puesto era mío, le dije que se lo metiera por el culo.

 

Sandra Regidor