Este verano he vivido algunas experiencias que serán (son) buenas anécdotas en el futuro. Sí, señorxs, porque si eres diferente, la gente se fija en ti. Y si la gente se fija en ti… tienes algunas interacciones con algunos infraseres que dan para echarse algunas risas.

Y AQUÍ VENGO A CONTAROS UN PAR PARA QUE OS RIÁIS CONMIGO TAMBIÉN.

La primera de estas interacciones sucedió uno de los primeros días en la piscina. De esos que vas con tu fabuloso bikini y te sientes estupenda pero que, según llegas a la piscina, sientes que flaqueas un poco y te tienes que recordar lo estupenda que eres para que no te venzan esos complejos escondidos en lo más hondo de tu mente. Pues eso, como todos los años, mi forma de meterme en el agua (Yep, soy TulliBuena) llamó la atención a los bañistas que decidieron mirarme boquiabiertos sin disimular un poquito. Y la conversación fue tal que así:

– Me siento un poco intimidada con tantas miradas.- Dijo la TulliBuena en alto para que se dieran por aludidos los espectadores.

– No, cariño. Lo que nos llamas mucho la atención.- Olé a los ovarios de la señora del bañador verde.

– Pues a la próxima pediré comisión a los de la piscina. Por el show que os doy. – Sentenció la TulliBuena con una media sonrisa.

La segunda interacción sucedió en una tienda de animales. Queríamos poner una pecera en casa y, evidentemente, fuimos a por peces. Lo que no sabíamos (than than thaaan) era que allí nos encontraríamos con un pequeño desvergonzado de unos 12 años que me señalaba, perseguía e incomodaba por toda la tienda. Yo trataba de ignorarle. Pero mi madre perdió a paciencia antes que yo, así que se puso a imitarlo. La situación fue bastante cómica:

Yo me dedicaba a mirar los peces como si nada, detrás de mi estaba el niño prepuber atravesándome con su mirada y, detrás de él, mi madre imitándole. Así, al menos diez minutos y no, el niño no se dio por aludido a pesar de que mi madre no se cortaba. Finalmente la situación me sobrepasó y corté por lo sano. Le dije a mi madre que lo dejara, que solo era un caradura (en alto, por si el prepuber lo oía). Y ya dirigiéndome a él, le dije que si no dejaba de mirarme tan fijamente, tomaría medidas (¿cuáles? ni idea) y dio resultado.

Moraleja: Está bien actuar con normalidad y esperar a que la gente se familiarice con todos los cuerpos no normativos. Pero hay días que eso cansa, así que si te tocan las narices: quéjate. No estás aquí para enseñar ni para hacer un espectáculo. En la escuela deberían haberles enseñado a RESPETAR.