Espero que no se ofenda nadie, todo lo citado en este post únicamente se refiere a la imagen que  dan los concursantes de los que se va a hablar en el reality. Seguro que, en sus respectivas casas, son las personas más maravillosas del mundo. O no. O quién sabe. No nos corresponde juzgarlo. 

Pero la imagen que han dado en el programa, por parte de algunos, ha dejado bastante que desear: un ave sin desplumar presentado ante los jueces, una concursante a la que dejan sin cocinar porque le roban todos los ingredientes, amoríos no correspondidos, una repesca sin pez, rivalidades, odios, disputas… 

He seguido cada una de las ediciones de Masterchef, incluidas las de los celebrities y las junior. Y  creo que estoy en condiciones de argumentar que los aspirantes de esta edición son los peores que han pasado por esas impolutas cocinas. También por sus dotes culinarias. Creo que Jordi, Pepe y Samantha se equivocaron en la entrega de los delantales blancos. Y no sé muy bien si es es porque se ha dado más importancia a los conflictos y personalidades variopintas de los concursantes que a la cocina, que es lo que verdaderamente importa-  y por lo que muchos vemos el programa.

Me encuentro en tal tesitura que, si tuviera que elegir a algún concursante favorito, no podría elegir a nadie. Puedo clasificarles, como mucho, en aspirantes que generan amor-odio y aspirantes que generan únicamente odio (con la relatividad del feo verbo “odiar”,entendedme). 

Y, ¿por qué?, os doy algunas razones, aunque podría extenderme bastante: 

  1. CABALLOS GANADORES ELIMINADOS EN LOS PRIMEROS PROGRAMAS. 

Esta edición está acabando con los aspirantes, que, a priori, parecen “ganadores”. Es el “caso NÍA de la última edición de Operación Triunfo”.Personas, que, desde el primer momento muestran sus habilidades, sus ganas y su talento pero que, a la primera de cambio, son eliminadas. Por ejemplo, Adrienne, la chica belga de los postres maravillosos. Rosa, la capitana que lo tenía todo. Sito, el Beckham cocinero y español al que no le dejaron ni salir del banquillo. O, y con todo el dolor de mi corazón, Sara Lúa, mi ganadora gallega.  

No soy una experta cocinera, ni mucho menos, pero estos concursantes se merecían el delantal blanco más que muchos de los aspirantes que continúan en cocinas. Aunque dieran menos espectáculo televisivo.

2.  LA RIVALIDAD NO IMPLICA MALDAD.

Y es que, algunos concursantes se odian. Jose Mari contra Andy, Andy contra Jose Mari e Ivan, Alberto contra Andy, Juana contra Michael, casi todos contra Teresa… ¡Qué horror!. Mira que tiene que haber cuchillos…pero se van a quedar sin ellos de tanto clavárselos por la espalda y lanzárselos. Se dirigen pullitas continuamente, no se respetan entre ellos, no se ayudan… Hay programas en los que me replanteo si estoy viendo Telecinco o la uno. ¡Los 100.000 euros deben tirar mucho para no ir a hacer amigos!

3. EL FANTASMA, LOS GALLOS Y LA SEÑORA CON MALA BABA

Andy es “el personaje”, un abogado- o doctor en arrogancia- aspirante a cocinero que bien puede cumplir la teoría del “impostor”. Piensa que todo lo hace bien pero tiene de cocinero bueno lo mismo que de estratega, nada.

¿Y qué decir de los gallitos? Jose Mari e  Iván y este último se salva porque ha demostrado más compañerismo que el primero. Pero Jose Mari no ha demostrado tener ningún tipo de arte. Que alguien le diga que pare de imitar y se dedique a intentar cocinar, por favor.

Y, ¿qué decir de Juana?. Al principio parecía no tener maldad alguna y daba mucha ternura.  Como la abuelita de Caperucita. Pero se ha dejado llevar por el mal rollismo de esta edición tan terrible y ¡resultaba ser el lobo con los colmillos afilados!”.¡Pobre Michael, los tiene clavados! Y mira que Teresa tampoco cae bien pero tenía toda la razón cuando dijo que no decir nada de la receta había sido una puñalada, pero parece que los concursantes están más entretenidos metiéndose con otros. Quizá con el  papel de “víctima” se gane a los concursantes pero espero sinceramente que el programa no. 

4. MENOSPRECIAR NO ESTÁ BIEN.

Luna ha generado desde el programa uno, amor-odio. Su histrionismo, el comportamiento con Alberto, la sobre actuación… son sus puntos débiles pero la chica tiene un don en la cocina, que, por desgracia, solo demuestra cuándo cocina sola y ante el riesgo de ser la expulsada. Aún así, algunos aspirantes- los que antes de haber empezado el concurso se sabían ya ganadores frente a otros- le han menospreciado. Le quitaron el delantal de capitana en cuanto pudieron. Le daban los peores ingredientes. Se metían con su carácter. Pero está demostrando poder con lo que le echen,¡en cocina y fuera de ella!

5. SOBERBIOS, CHULOS Y MALEDUCACOS.

Todos los aspirantes dicen que cocinar es su sueño, que están allí para aprender todo lo que puedan y vivir la experiencia. Pero a la mínima crítica de los chefs, muchos muestran su disconformidad y de la peor forma posible: desde la soberbia, autosuficiencia y malas palabras. Andy, Ivan, Jose Mari… pero , sin duda alguna, la reina de la mala educación es Saray.  Esa concursante que logró superar el “león comegambas” con su “pájaro muerto sin desplumar”- ¡Qué asco!.

Por último destacar que Masterchef es un CONCURSO DE COCINA. Para ver Sálvame, ya los tenemos de todos los colores, señores directores. Queremos ver calidad, esfuerzo y compañerismo, que en una cocina debería primar ante todo, como en la vida. Así que… de entre todos estos concursantes fallidos…

¡que gane el menos malo!