Hace un par de semanas estaba hablando con mis amigas cuando surgió un debate de lo más interesante. Empezamos a hablar sobre las relaciones con diferencia de edad y por qué está mejor visto que una mujer salga con un hombre mayor que el caso contrario. La respuesta ganadora fue que influían los estereotipos de género, pero una chica del grupo dijo algo que me hizo reflexionar:
“Yo creo que es más normal que una chica salga con un hombre mayor que ella que al revés porque nosotras maduramos antes y necesitamos chicos más mayores para que nos entiendan.”
En primer lugar, cuando escucho la palabra “normal”, siento escalofríos. De todos modos, eso no es lo importante. El quid de la cuestión es que empecé a pensar en si las mujeres maduramos antes y en, si de ser cierto, el porqué.
Desde los anales de la historia las mujeres hemos tenido una función social: ser el sostén emocional de la familia. De pequeñas jugamos a mamás y papás, a las cocinitas y a barrer el suelo. No elegimos estos juegos porque tengamos un gen que nos motiva a ser amas de casa. Elegimos estos juegos porque la sociedad nos los mete a la fuerza (aunque por suerte actualmente esto está cambiando).
Luego crecemos y durante nuestra niñez y adolescencia nos educan para ser emocionalmente competentes. Debemos preocuparnos por los sentimientos de los demás, ser empáticas y anteponer las necesidades de los demás a las nuestras. Yo tengo un hermano mayor, pero cuando mis padres trabajaban hasta tarde me llamaban a MÍ para que hiciese la cena porque mi hermano no sabía cocinar. Repito: yo no tengo ningún gen de ama de casa gracias al cuál soy capaz de cocinar desde pequeña. Simplemente mi hermano y yo sufrimos una socialización distinta.
Hablando este tema con más personas he descubierto que no fui la única que experimentó eso. Las niñas en casa eran educadas para ser socioemocionalmente maduras, mientras que los niños hacían lo que les salía del bolo. Repito: ahora eso está cambiando y muestra de ello es que los chicos y adolescentes de hoy en día son mucho más maduros y sensibles que hace 20 años.
En conclusión, las mujeres no maduramos antes porque nuestro cuerpo esté predispuesto para ello. Maduramos antes porque la educación machista que impera en la sociedad nos educa para ser reflexivas, cautas y sensatas. En resumen, adultas en miniatura.