Hoy vengo a hablar de esa gente que todo lo arregla con un ‘es que yo soy así. Patada voladora, amigos. Patada voladora. 

“A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga, yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré”. 

¿Quién no ha cantado esta pieza musical en cualquier fiesta que se precie de serlo a eso de las cuatro de la mañana, desgañitada perdida y como si le fuera la vida en ello? Clamando al cielo con toda la motivación del universo concentrada en tu mismo ser como si efectivamente a alguien le importara lo que tú haces o dices, Mari Puri. Que quién coño te va a señalar y a apuntar a ti con el dedo si tú lo más transgresor que has hecho en tu vida es morderte las uñas, Mari Puri.

En fin, que este no era el tema, que me desvío y me pierdo. 

 

Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré”. En esta canción el argumento no nos habla sobre el tema que me gustaría tratar en este texto, sin embargo, ese verso aislado me viene como anillo al dedo para dar una pista sobre la cuestión que quiero exponer aquí.

Por cierto, lo de “el anillo pa´cuándo” de Jennifer López, ¿era una canción en serio? Prometo que al escucharla por primera vez pensé que era una especie de autoparodia para hacer una crítica social a la idea del matrimonio como paso necesario y obligatorio en la vida de una mujer. Pero, han pasado tres años y nada. Madre mía, que parecía el Gollum del Bronx con tanto anillo. Chica, te acercas al casco histórico de Miami que de seguro hay por allí alguna tienda de José Luis Joyerías o de Pandora y te compras tú uno a tu gusto. Seguro que te hacen precio o incluso te lo regalan por hacerles promoción en tu muro de Facebook.

Eslóganes no te iban a faltar: “Pandora, la joyería que JLo adora” o “Joyerías José Luis, hasta JLo compra aquí”. Por favor, Señora López, no se te pueden colar esos versos que parecen sacados de primera mitad del siglo XIX en lo que a contenido se refiere. Tú que según Wikipedia eres actriz, cantante, bailarina, compositora, productora discográfica, diseñadora de moda, empresaria, productora de televisión, coreógrafa y perfumista. Vamos, la Ana Obregón de Estados Unidos a falta de la carrera de Biología. 

En fin, de nuevo divagando (oh, sorpresa). 

Quería yo comenzar a exponer en capítulos anteriores de Narrar en tiempos revueltos que aquello de “yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré” es una suerte de mantra que algunas personas llevan por bandera y creo que es de extrema necesidad decirles basta; stop in the name of love o de la madre que os trajo a este mundo ya de por sí cruel sin vuestra opinión.

Porque, no, Angustias, no puedes soltar por tu boquita piñonera todo lo que pase por la cabecita alocada que crees tener, aunque tú pienses que sí porque, como dices, “yo soy así”. Angustias de mi alma, supón por un momento que un día quedamos para tomar un Blue Tropic -si es que aún lo fabrican- o un Salitos Blue – quizás más acorde a los tiempos- y, en medio de la conversación, me levanto y te atizo un par de guantazos con la mano tensa como cuerda de raqueta. ¿Qué pensarías, Angustias?

Y si tras este arrebato me recoloco el flequillo -porque se me ha movido al reventarte la cara- y te digo con todo mi papo moreno: “lo siento, pero es que yo soy así”. Probablemente, darías comienzo a una ristra de improperios pesada y larga como ajo que se repite. Pues, Angustias de mis entrañas, la bofetada que te deja los dedos impresos en tu carita de emperaora me dan ganas de dártela cada vez que sueltas una barbaridad disfrazada de opinión escudándote en la manida coletilla del “yo soy así”.

Pensar antes de hablar es virtud, amiga. Escupir lo que te pasa por la mente sobre otra persona sin macerarlo con su mijita de contexto, sentido común y empatía es agredir, querida Angustias.

Si me dices, de pronto y porque sí, que tengo mala cara, lo que se me pone mala es la leche, que acaba hirviendo y agria. No me tienes que decir que no te gusta lo que llevo puesto; por eso lo llevo puesto yo y no lo llevas tú. Si he engordado o adelgazado y vivo en un mundo con espejos o donde no llevo ropa de un solo uso, pues ya me habré dado yo cuenta, no tienes que estar tú al pie de la noticia para informarme, my darling. No te veas tú en la obligación de dar tu opinión acerca de todo lo que acontece sobre mi persona o sobre otras si no te lo pedimos explícitamente, que te aseguro que el mundo sigue girando sin que tú emitas veredicto, Angustias de mi corazón. No te estimes tú a la vanguardia por usar el “yo soy así” para lidiar con la vida y las personas que habitamos en ella.

Ese “yo soy así” lo único que hace es que no te cuestiones ni analices a ti misma y, por tanto, te impide crecer y mejorar individual y socialmente.

Te has quedado atrapada en ti misma y no aportas nada más en tu entorno que tu profunda insustancialidad, Angustias de mi ser.  

A partir de ahora, mi adorada Angustias, cuando en tu boca notes una acumulación de palabras con forma de opinión no pedida que se tornan agresivas e innecesarias y veas que están a punto de derramarse hacia el exterior, rumia como vaca durante un rato y analiza si debes dejarlas salir.

Con lo que te gusta a ti un filtro para el café o para las fotos que subes a redes sociales y lo poco que te gusta ponérselo a tus palabras. Aléjate del “yo soy así y así seguiré” y entona una nueva cantinela antes que la banda sonora de tu vida la encabece aquella de “sola con mi pena”, que es como te vas a quedar si sigues siendo así, Angustias de mi vida. 

María Jesús Chano Clemente

@lady_oxivirin