No me gusta mucho el rollo pasivo-agresiva, pero un día es un día y hoy vengo a quejarme abiertamente de la gente. Os juro que soy muy pacífica y que prefiero evitar el conflicto salvo que me hinchen mucho los ovarios, así que no os llevéis una imagen equivocada de mí. En realidad soy un cielito.

El otro día estaba en el sofá de mi casa cuando vi que una excompañera de la universidad había compartido en Facebook una foto. La foto era ella en la sala de espera del médico con un filtro de animalitos y carita triste. Un cuadro de Goya parecía eso.

Por si los carteles de «silencio», «no fumes aquí» y «dona sangre» no lo dejaban del todo claro, había añadido una ubicación: el hospital. En comentarios veintitantas personas le preguntaban que si estaba bien. Ella, toda una diva, contestaba «no es nada». Aquí yo me puse tensa.

VAMOS A VER, ALMA DE CÁNTARO… Si no es nada pa’ que subes una foto haciéndote la interesante. Digo yo que tendrá una gastroenteritis tremenda y se caga la pata abajo, y no queda cool decirlo en redes, pero claro, hay que aprovechar y hacerse una fotito de rigor.

Y como esta muchacha hay miles. Es que os juro que hasta he visto a gente subir fotos en un tanatorio acompañadas de un filtro de perrito y el mensaje «te voy a echar de menos…». ¿A quién vas a echar de menos? NO ME DEJES CON LA INTRIGA POR FAVOR. Ya que te pones a subir una foto, por lo menos cuéntalo todo, colegui.

Y desde aquí lanzo un mensaje con amor y con cariño pero con un poco de odio también: si queréis contar algo, contadlo. Si no, no os hagáis los intensitos lanzando indirectas cutres para que la gente os pregunte. Que a veces parece que cobráis por los me gustas y los comentarios en redes, leñes. 

Puede influir que yo soy un poquito seca en esto del Facebook y no suelo compartir nada. A veces, si voy de viaje, cuelgo alguna foto con mis amigos, pero ya. Además tengo a mi madre en todas las redes sociales y sé que si subo una foto enferma, la pobre coge un tren y se planta en mi ciudad. Para qué preocuparla gratuitamente.

Por norma general estas movidas me cabrean mucho. Cuando una amiga me dice «tengo algo que contarte, luego lo hablamos» yo la quiero matar. O lo hablamos ya, o no me digas nada, que me dejas con la intriga todo el día. Pues eso me pasa con las fotos intensas. Yo quiero saber qué pone en tus analíticas, si te estás muriendo o si has pillado un catarro por llevar pantalones tobilleros en invierno. Me genera curiosidad, soy cotilla, no puedo remediarlo.

Así que amiguis, por favor, pensad en la gente como yo. ¿Es que nadie piensa en los cotillas? Qué os cuesta dar más información… Yo creo que es un acto de generosidad humana.