Vengo con una historia que me pasó hace unos meses. En parte para que os riáis y seáis conscientes de los especímenes que hay por el mundo, y en parte porque me encantaría saber si alguna más se ha topado con este señor. No me extrañaría.

Estaba yo en etapa loca y divertida, quedando aproximadamente con un señor diferente cada semana, cuando apareció Tintín (¿os vale este nombre inventado?). Desde el principio por la pinta y por la labia del susodicho supe que era un tío experimentado y que no iba a ser su primera cita Tinder, eso estaba claro.

Pero como yo estaba en modo folleteo, pues pa’lante.

Quedamos en un bar debajo de su casa. Como veis los dos ya teniendo bastante claro que a no ser que cayera algún meteorito o uno de los dos mintiera con sus fotos, íbamos a acabar entregándonos al fornicio. Y así fue. O bueno, algo parecido.

Porque subimos  a su casa ya morreándonos en el ascensor. Nos saltamos la parte del sofá y fuimos directos a la habitación.

El amigo Tintín besaba de muerte y sabía donde tocar, así que yo llegué a su cuarto con la parrusa como las cataratas del Niágara. Sé que muchas no sois así y os leo en el foro, pero a mi me gusta un rabo más que a un tonto un lápiz. Y cuando estoy cachonda necesito que me empalen y me empotren. Hablando claro.

Pero parece ser que Tintín tenía otros planes.

Le eché la mano al paquete y me hizo un gesto de: ‘quiera fiera’.

Entonces se dirigió a la cama, levantó el colchón (era una cama de estas con canapé que en realidad es espacio de almacenaje) y descubrí la cueva de Alibaba y los 40 ladrones.

Vaya arsenal de juguetes tenía el colega allí metido. Era como un Toys R Us pero en versión cerda. Todo perfectamente ordenado, diría que hasta por colores.

Yo me quedé sin saber bien qué decir, y él me invitó a coger lo que más me gustase y me propuso darme placer a mi misma mientras él miraba.

Le dije si no había más opciones, que a mi me apetecía más su rabo que los bichos a pilas. Y me dijo que a él más que el coito en sí lo que le excitaba era ver a mujeres masturbarse, que era la única forma que tenía de correrse, y que por eso tenía semejante arsenal de chismes bajo la cama. Para tener donde elegir.

La verdad es que se me bajó todo al momento y me dio mucha pena. Primero porque no me esperaba tener que hacer un show para nadie esa noche, y segundo porque enseguida pensé que a saber cuantos chochos habían pasado antes por esos juguetes. No podía quitarme la imagen de la cabeza y hasta luego calentón.

Me fui de su casa con mucha pena porque el chaval besaba de lujo y yo me había creado unas fantásticas expectativas. No digo que no tenga su morbo masturbarse delante de otro, pero la verdad es que no me pareció la circunstancia ideal para hacerlo y sobre todo me dio un poco de repeluco el sentir de forma tan obvia que ese era su modus operandi habitual y que aquellos juguetes los había usado medio Toledo (no es mi ciudad, pero u know).

 

Anónimo

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