¿Estás mal? Uy, pues no estés mal. Y ya. ¿No te parece sencillo?. 

¿Cuántas veces habéis oído esa frase? Absurdo, ¿verdad?

Pues ahí está el problema, y es que la gente absurda tiene una mala manía y es la de existir.  Gente ridícula que aparece con un simple, ¡no estés triste! Cuando te abres al medio y les expones los motivos por los que está mal. 

Esa misma gente, que cuando has cogido unos cuantos kilos, y te ve después de un tiempo te pregunta, ¿has engordado? Y te dan ganas de responderle: 

– ¡No! ¿Engordado? ¿Yo? Nada más lejos. Es que me preparo para interpretar el papel de tu bendita madre en la película de tu vida. ¿Acaso piensas que no tengo espejos en casa Mari Carmen? ¿O que no voy a notar la talla nueva de mi pantalón, si no vienes tú a decirme lo gorda que me ves? ¡Absurda!

Esa gente me hace arder. Me quema. Es más, hasta me desespera. 

Esa misma gente que te pregunta si ¿subes? Cuando esperas el ascensor en la planta baja y que respondes con un escueto, sí, por no perder tiempo en decirles

-¡No! Miro el ascensor. ¿Has visto qué artefacto? Sube y baja y no se cae. Qué invento ¿verdad? Vivimos en el futuro. ¡Absurda!

Me imagino a esa gente en su día a día, aplaudiendo al aterrizar el avión, insistiendo en empujar las puertas con un enorme cartel de “tirar” o preguntando en cada tienda que entran si abren el domingo o el día de reyes. 

Son esa misma gente, que cuando te ve después de haber pasado una noche en vela y con cara de querer morirte, te dice lo cansada que pareces, no vaya a ser que aparte de estar cansada, seas imbécil y no te hayas dado cuenta. 

 

Yo, por ejemplo, me he mordido las uñas desde que tengo uso de razón. Es evidente cuando unas uñas están mordidas, ¿no? Pues aun así, puedo decir que es una de las preguntas que más me han hecho en mi vida. ¿Te muerdes las uñas? ¡No! Me las muerde tu padre. De noche, cuando estoy dormida, tu padre se cuela en mi casa y me muerde las uñas. Me tiene desesperada. ¿Tú que crees Mari Carmen? En serio, ¿Tú que crees?

¿Esta gente se planteará algún día ir a decirle a un negro que es negro, o pensáis que la absurdidad tiene límites? 

Y dicho esto, creo que el premio gordo a la absurdidad humana se la daría a las “foto-pollas”. ¿Cuál es la necesidad? ¿Pensáis que el recibir la foto de vuestro morcón en primer plano va a volvernos tan locas de deseo y excitación que vamos a lanzarnos descontroladas a lamer la pantalla?

 

Siempre me pareció el acto más lamentable del mundo, más aún cuando es a traición, sin consensuar. Sin un contexto. Algo que sin duda hace que pierda de una, cualquier intención de conocer al dueño de ese pedazo de carne y considerarlo, sin duda, el rey de los absurdos.

 

Inés Rodríguez