Ha empezado la cuenta atrás para la noche Halloween, esa fiesta americana tan divertida que, cada vez más, estamos importando a nuestras costumbres. Si no te gusta disfrazarte (es mi caso), ni salir a la calle cuando está llena de mamarrachos con la cara tapada (me muero de miedo con las máscaras, debe de ser herencia de La Matanza de Texas) y no aprovechas el puente para irte de minivacaciones, lo ideal es montarte un ciclo de cine majo para pasar la noche de muertos.

Notaréis muchas y grandes ausencias, pero es lo que tiene que te dejen escribir sobre cosas que te gustan: puedes poner lo que te de la gana (¡muahahahaha!).  He dividido la lista por subgéneros para las que no quieran pensar mucho, pero las combinaciones de las películas son múltiples.

Casas encantadas:

Al final de la escalera (Peter Medak, 1980). Con el paso de los años se ha convertido en una película de culto. Su planteamiento sencillo y lleno de misterio le da un encanto especial que te mete de lleno en la atmósfera de una casa encantada.

The Conjuring (James Wan, 2013). Esta película tiene tantos fans como detractores; personalmente me parece una maravilla divertidísima, cumple con todos elementos necesarios para pasar un buen rato delante de la pantalla con un buen bol de palomitas y es cero pretenciosa. Todo bien.

The Conjuring

Terror adolescente:

The Hole (Nick Hamm, 2001). Cuatro niños pijos se esconden en un búnker para montar una fiesta y se quedan encerrados durante más de dos semanas. El planteamiento es morboso y sin muchas pretensiones, además una de las protagonistas es nuestra querida Thora Birch ¿qué más se puede pedir?

The Cabin in the Woods (Drew Goddard, 2012). Lo de siempre: grupo de jóvenes y hormonados universitarios se van de escapada loca de fin de semana y ¡zas! pasa todo lo demás. Y cuando digo todo, es TODO. No me gusta crear falsas espectativas pero sólo os doy un dato: cuanto terminó me levante del sofá y aplaudí.

Zombis:

REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007). Es casi como ver un programa de telerrealidad pero con infectados (los zombis del siglo XXI) y con una Manuela Velasco divina. Un ejemplo de cine patrio que ha conseguido hacerse un huequito entre los fans del género a nivel internacional.

Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro (Peter Jackson, 1992). Sí, sí, el mismo Peter Jackson de El Señor de los Anillos tiene un pasado oscuro en la serie B. Desternillante, viscosa y no apta para estómagos sensibles.

Slasher:

Halloween (John Carpenter, 1978). Michael Myers mon amour. Una noche de Halloween un psycho-killer vuelve a su pueblo natal y se desata la magia. Se trata de una de las películas con más secuelas de la historia y los expertos la señalan como un puto de inflexión en el género, por algo será.

Scream (Wes Craven, 1996). La mítica Scream fue la primera película de terror que vi en el cine, solo por eso le tengo un cariño especial y me veo obligada a incluirla en esta lista.

Ciencia ficción inquietante:

Coherence (James Ward Byrkit, 2013). Algo trunca una cena casual entre un grupo de amigos y entra en escena un juego metafísico de dimensiones que me dejó noqueada. Es dificil de explicar pero engancha mogollón. Es la única que está ahora mismo en cartelera.

Los Cronocrímenes (Nacho Vigalondo, 2007). Un lío de viajes en el tiempo y asesinatos que te mantiene atrapado en un marco temporal de lo más curioso.

Infancia maldita:

¿Quién puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976). Esa estética tan molona de la España de la transición, acompañada de niños inquietantes amotinados en una isla del Mediterráneo hacen de ésta una de las mejores películas de terror de nuestro cine.

Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008). Los vampiros son criaturas muy educadas y no entran en tu casa a no ser que los invites previamente. La cinta nos sitúa en Suecia y nos cuenta una amistad imposible que los americanos se cargan en un remake dos años más tarde.


Bizarradas:

The Wicker Man (Robin Hardy, 1973). Película de culto que narra las impresiones de un sargento de policía que tiene que investigar una desaparición en una isla del sur de Inglaterra. Los ritos paganos y la maravillosa estética setentera hacen de esta película algo inolvidable.

Hausu (Nobuhiko Obayashi, 1977). Totalmente lisérgica. El visionado de esta película debe de ser lo más parecido a comer ácido. Cómo diría la madre de Bridget: «japoneses, raza cruel».

Hausu

Bonus Track:

Martyrs (Pascal Laugier, 2008). Está en mi top. Siempre la recomiendo como la película con la que me hice más caquita de los últimos tiempos. Es dura, muy dura, pero tiene un «no sé qué» que la hace indispensable si te gusta el cine de terror. Un puntazo macabro y cierto misticismo final que hacen que aunque pase el tiempo la recuerdes como una experiencia violenta irrepetible.

Un bol enorme de palomitas, buena compañía y a notar el miedo en nuestras carnes: ¡planazo! No os olvidéis  de mirar debajo de la cama, dentro de los armarios y detrás de las puertas antes de dormir, por si las moscas. Muahahahahaha.