¡Ay amigas, cuánto nos queda por avanzar en este mundo imparable!

Cierto es que poco a poco estamos consiguiendo un montón de avances a la hora de naturalizar ciertas cosas que antes eran impensables.
Que el vello corporal está ahí, que la regla existe, que no hay un único modelo de cuerpo perfecto…

Peeeero, todavía hay ciertas cosillas, tontas (pero tontísimas) que seguimos haciendo con disimulo, con vergüenza de que se noten ciertos gestos y no podamos parecer unas princesas (ejem, avancemos por favor).

¿Quién no le ha dado en público un tampax a una amiga como si fuera droga?
Bien escondidito en la mano y que nadie lo vea, o mejor aún, te abro el bolso y lo coges tú… No vaya a ser que alguien sepa que estas “en tus días”.
Porque esa es otra, queda mejor decir que estás “en tus días” a que se sepa que estás sangrando por donde corresponde. Por más natural que sea, y por más que todas lo suframos cada mes.

Pues entre esas cositas tontas que todavía nos dan algo de reparo hacer en público se encuentra… SACARTE LAS BRAGAS DEL CULO CON NORMALIDAD.

Por favor, si es que al final parecemos contorsionistas intentando incrustar el dedo entre la tela y la nalga, conseguir despegarla (esto si llevas un par de horas sentada aumentará en dificultad x100) y colocarla en el sitio del que no se debía haber movido.

Porque en cuestión de bragas… sí hay una verdad universal, y es que sean como sean; lenceras, de abuela, de algodón, de regla, de lycra, brasileñas (mi admiración a las que son capaces de utilizar estas últimas) es que tooodas acaban viajando desde alguna de las cachas hacia el epicentro de tu ser.

Y ese, queridas bragas, no es vuestro lugar. Vuestro lugar está en el que os colocamos al subiros, pero nada, vosotras empeñaditas en viajar al amazonas.

Pues queridas, hoy quiero reivindicar la normalidad para este gesto. Tan natural, vivido por todas, y tan altruista (ahí rescatando a esa prenda de las profundidades de nuestro pandero), esa prenda que nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos y que puede ser tan bonita como fea.

Dejemos de querer parecer seres delicados y finos intentando sacárnoslas son sutileza y tanta obra de ingeniería.
Venga, se me meten las bragas en el culo, me las saco: THE END. Nadie ha muerto. Seguramente nadie lo ha visto, y de ser así, no lo recordará toda su vida. No le demos la importancia que no tiene, y seguro que tus hermosas posaderas lo agradecen.

Marta Freire