La tontería se te quita al pasar por una enfermedad de mierda.

 

Nunca he sido de creer aquello de que para valorar la vida y no quejarse tanto hay que pasar por una situación de mierda como una enfermedad muy jodida, una gran pérdida o grandes desgracias en general. De hecho, el “no sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos” no creo que sea como para tenerlo por dogma.

Afortunadamente existen personas con la empatía suficiente para valorar lo bueno y lo malo de esta vida sin caer en egoísmos.

Aún así, puedo decir que después de pasar por una dura enfermedad y de que un tumor se me llevara medio órgano, muchas de las tonterías que tenía encima se han esfumado y pienso que de no haber pasado por este bache, todavía seguirían. Si que es cierto que sigo teniendo ansiedad, pero no es por el mismo tipo de cosas por las que solía tenerla antes.

Los miedos de “que hago si pierdo el curro”, “como no encuentre un trabajo no se que haré”, “cómo pagaré esto y lo otro”… tan frecuentes antes de enfermar y que tanto me amargaban, de repente ya no están.

Y no es que me haya vuelto millonaria: económicamente estoy igual o incluso peor. Lo mismo sucede con temas relacionados con mi físico que antes, aunque me mentalizaba de que eran puras tonterías, me rallaban. Ahora es que ni se me pasan por la cabeza a no ser que tenga que escribir unas líneas como estas. Y aunque no creo que me haya vuelto impaciente, tengo tolerancia cero a la gente que de buenas a primeras se muestra tóxica. Antes procuraba aguantar aunque saliera perdiendo, ahora a la mínima adiósmuybuenas.

Y es triste, porque en realidad son historias de las que una debería despreocuparse sin tener que haber pasado antes por algo peor, pero desgraciadamente servidora ha recibido una educación para vivir el día a día preocupándose de todo para que todo este siempre perfecto (y como yo, muchas más) Supongo que el haber estado postrada en una cama durante unos 6 meses inmersa en el dolor, la ansiedad y la depresión hacen que cuando sales de esta “te la sude todo” pero en el buen sentido, sin caer en egoísmos.

Y no voy a decir ahora que soy la mujer más feliz del mundo, pero estoy mucho más tranquila y también contenta, cosa difícil en los tempos que corren. Sigo siendo vulnerable al enfado y a la rabia como cualquier otro ser humano pero mil veces menos irascible “porque ya no estoy para tonterías” y la meditación, eso que pensaba que era magufos y hippies, es lo mejor que una puede hacer antes de levantarse por la mañana. Porque al final, lo que me pasaba es que llevaba toda una vida sin centrarme en mi y me costó mucho empezar, pero cuando lo tuve que hacer “a la fuerza”, aprendí a encontrar el sosiego.

Mrs Ham.