Nos chivan que esta crema es la BOMBA para la keratosis

 

Durante mi adolescencia me empezaron a salir muchos granitos en los brazos. Más que granos, eran pequeños bultos que no me dolían pero me picaban como si fueran picaduras de mosquito. Era algo bastante común entre mis amigas de clase y por eso mi madre pensó que era una cosa propia de la edad. Yo en ese momento no tenía claro si mi piel era seca o grasa ni tampoco qué me estaba pasando, por lo que acepté la idea de que fuera una especie de “acné temporal” que me salía en los brazos.

Con los años no se me fueron y se me acentuaban todavía más con los cambios de temperatura así que fui a un dermatólogo para que pudiera decirme qué era realmente lo que llevaba tantos años pasándome y confirmó que se trataba de Keratosis Pilaris. Hay tres tipos de Keratosis que varían en su gravedad y síntomas: Pilaris, seborreica y actínica. En este caso yo tengo la más común, la Pilaris, que no supone ningún tipo de peligro para nuestra salud y que padecemos un 40% de los adultos. Lejos de ponerme técnica explicando qué es la keratosis, lo que quiero contaros es cómo ha sido y es para mí tenerla durante más de 15 años.

 

Creo que la sociedad no nos prepara para no ser normativas. No nos prepara para llevar gafas, tener pecas, estar gordas, tener vitíligo, estrías, celulitis o keratosis. Nos educan con imágenes de pieles blancas, tersas, lisas y suaves y lo que salga de esos adjetivos se considera siempre un defecto que cambiar y tapar a toda costa. Así lo vemos en los cientos de anuncios de cosméticos en los que siempre hay algo que tapar o mejorar: las ojeras, las estrías, las varices…Tienes que hacer lo que sea para que tu piel luzca como las que ellos te enseñan y eso solo te hace rechazar todavía más cualquier diferencia en tu cuerpo.

Al principio la keratosis me daba un poco igual. Recuerdo que con 12 o 13 años seguía vistiendo camisetas de tirantes y obviaba por completo los bultitos de mis brazos pero con 16 la cosa cambia. A esa edad los chicos siempre eligen a la chica delgada, la que ya no lleva brackets ni tiene el pelo encrespado y a la que no le sale ni un solo grano. A esa edad ya valoras como poco atractiva tu piel, tus marcas, tu cuerpo. Pensamos que esas cosas pasan por alto y no nos condicionan pero sí lo hacen, a cada una en su medida.

Desde los 18 años he probado un montón de cremas, peelings y remedios naturales para ver si podía quitarme de encima la Keratosis pero pocas cosas me han funcionado. Al final, el hecho de que sea algo incurable y meramente estético hace que sea más difícil que exista una única solución universal. Cada una tiene que investigar qué es lo que mejor le va para calmar los síntomas y las rojeces pero, evidentemente, nadie te lo explica a tiempo. Parece que todas las cremas y remedios tienen que funcionarte y llegas a un punto de saturación heavy cuando ves que no es tu caso.

Tener siempre enrojecida y áspera la piel me hace sentir muy insegura. Habrá a quien le parezca algo sin importancia pero solo quien tenga un complejo físico que le condicione entenderá cómo me siento. Es muy fácil decirle a alguien que no haga caso a la sociedad o a las críticas y se ame como es pero cuando tienes algo por lo que sentirte fuera de los cánones de belleza, la teoría se complica.

 

Claro que nadie me obliga a no llevar tirantes ni a intentar hacer desaparecer los síntomas pero siempre me he visto condicionada por cómo debería ser mi imagen y eso ha generado en mí una auto exigencia muy fuerte con mi cuerpo. Sí, me da vergüenza enseñar los brazos. Intento llevarlos tapados porque siento que van a ser objeto de miradas. Me da la sensación que a nadie puede apetecerle acariciarlos y aunque he conseguido encontrar la forma de calmar mucho los síntomas, también me pone triste estar siempre en guerra con mi cuerpo.

 

Siento no poder decirte que nunca me ha afectado tener Keratosis. Me ha afectado como muchos otros complejos afectan a otras mujeres, por el hecho de querer perseguir la imagen del cuerpo ideal que siempre nos han vendido. Eso es en lo que trabajo hoy: en deshacerme de esas ideas y poder habitar mi cuerpo sin tantísima presión. Empiezo a poder vestir sin sentirme mal por cómo se ven mis brazos y eso es un enorme paso que me hace sentir muy orgullosa de mí misma. Si hoy te encuentras en mi misma situación, deseo con fuerza que pronto también tú puedas sentirte orgullosa de aceptarte cada día un poco más.

 

Anónimo

 

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