He llegado a la conclusión de que jamás voy a ser influencer. A ver, que no pasa nada, que tampoco era mi aspiración vital  pero tener “fanses” que te digan que lo molas todo (y haters, porque sin haters no eres nadie) pues también tiene su subidón supongo…

La cosa es que cuando entro en Instagram (90% para cotillear 10% para hacer cosas útiles) pues me entra mucho asco. Y eso que más de las ¾ partes de los que sigo son gente anónima con sus vidas normalitas pero BASTA YA. Que me dais un asco que no puedo con la vida.

  • “La buena vida” y fotito de pies con la pedicura PER-FEC-TA a la orillita del mar o de una piscina que quita el hipo.
  • “De boda” y una chica vestida y peinada monísima, sin una maldita gota de sudor en el bigotillo pese a tener en la calle 32 grados.
  • “Gracias por existir” y fotito con la pareja en la cual los dos salís monísimos y la foto es super cuqui y os salen corazones de las puñeteras orejas.
  • “Yummy” y de fondo un plato de algo con un pinta que pides que la tierra te trague y te escupa en ese restaurante.
  • “Mi loquito” y foto con la mascota en alguna pose graciosa pero tierna, de esas que se te escapa un “ooooh” al verla.

 

QUÉ PUÑETERO ASCO ME DAIS, SAN DIOS.

¿Pero soy yo la única mortal que tiene una vida sosa? ¿Qué está en la mierda? ¿Qué a veces se bajaba de la vida?

Yo creo que debería haber un “influencer de mierda” pero no como peyorativo, si no como alguien que muestre la realidad. Ejemplo:

 

“Aquí, lavando el WC” #notengoasistenta #micasapingademierda #siempresmile

 

«Me encantan los zapatos» #andocomobambireciennacido #muertealtacon #tengoqueaguantartodalanocheconellos

 

“Pre-boda” #soylamascara #nomedoytratamientoscaros #elperrosehaasustadoalverme

 

 

“Yummy” #comodetupper #comoeneltrabajo #cocinotodoeldomingoparatraermetuppersporsemana

 

Eso sí es de influencer. Esas situaciones que nos pasan al 90% de la gente que VIVE.

Gente que nos comemos sobras de cosas que están por la nevera y que no pegan ni con cola pero que, como no te ha dado tiempo a ir al super esta semana, es la que hay. Como yo que sé… una lata de berberechos con un poco de guacamole.

O también aquellas que cuando tenemos boda hacemos el despliegue padre de depilarnos,  estiramos en casa los tacones que vamos a llevar poniéndole calcetines por dentro y caminando en casa con ellos, que madrugamos tanto que ni la calle está puesta cuando vamos a la peluquería o que pensamos en que nos hagan un maquillaje digno de la alfombra roja y parecemos Carmen de Mairena cuando vuelve de una rave.

 

Somos gente que miramos nuestra caca cuando tiramos de la cisterna, que nos sacamos la ropa interior de la rajeta cuando se nos mete por el culillo, gente que se quita granos, que se quema como un cangrejo en la playa aun echándose crema, esa clase de gente que acaba haciendo limpieza los fines de semana y cuya cesta de la ropa de planchar crece sin medida.

Así que influencers del mundo, POR FAVOR, queremos fotos cortándoos vosotros mismos las uñas de los pies cual contorsionistas, pasándoos la plancha por el pelo, yendo al super con la lista de la compra y mirando qué melón va a salir bueno, oliéndole la sobaquera a una camiseta para ver si aguanta otra puesta o simplemente una foto poniendo el lavavajillas.

Cuando esto ocurra, volveré a desear ser influencer.