Me encanta conducir, ya sea en moto o en coche. La moto te da una sensación de libertad increíble. Sentir el motor rugir, controlarla con todo tu cuerpo, la velocidad…¡Pero que el coche no está mal tampoco! Y eso de hacer kilómetros desgañitándote con tu música favorita a tope, si no lo habéis hecho nunca, estáis tardando. Eso hace maravillas con el estado de ánimo de una, oye. Y la emoción, la velocidad (¿He dicho ya velocidad, verdad? Quizás me gusta demasiado correr).

 

Aunque pueda parecer una oda a la conducción y la velocidad, que bien podría serlo (nota para mi yo futuro: escribir sobre eso), no lo va a ser. ¿Que por qué no? Pues porque soy una hater. Yo ya lo he asumido. Pero es que hay mucho gilipollas al volante que se empeñan en joderle a una la experiencia casi mística de la conducción. Y os voy a poner algunos ejemplos que seguro que identificáis, sin orden de preferencia.

1. Los que no saben de la existencia de los intermitentes. Estos los pongo los primeros porque yo creo que son mayoría y porque mira, les tengo un odio especial. Y te joden de diferentes maneras. Los que no indican que van a salir de la rotonda, y tú ahí venga a esperar a que llegue tu momento y cuando te das cuenta que el que venía ha salido antes sin avisar y ya no te da tiempo a reaccionar que viene otro detrás; el que va tranquilamente delante y de golpe frena, te temes lo pero y pam! es que iba a girar; los que cambian de carril sin señalar, y a poder ser cuando no tienen ni hueco, que los ves ahí acercando morro, le vas viendo las intenciones como cuando te lo intentan hacer en una discoteca, y te hace la misma puñetera gracia. ¿Es que tenemos que intuir vuestras intenciones? No sólo tienes que estar atento a todo, también tienes que ser intuitiva y predecir y sacar una bola de cristal y hacerte pitonisa.

2. Los que te adelantan por la derecha. Tres carriles, vas por la izquierda pero va sospechosamente lento para ser el carril izquierdo. Pero a tu derecha hay un hueco: No falla que va a venir el listo de turno a adelantar por ahí porque sí, porque hay mucho listo por el mundo y la paciencia no es su fuerte. Pues el puto susto que te llevas cuando marcas que vas a cambiar de carril, te has asegurado que no viene nadie, haces el movimiento y de golpe aparece alguien follao adelantando por la derecha y volantazo que te crió. En ese momento envidio a las personal que se saben el santoral porque yo tengo poco repertorio en el que acordarme.

 

3. Los que se te pegan al culo. Y no, tampoco hablo de los de la discoteca. Están corriendo, pero quieren que tú también corras más. Que te apartes de su camino que MOLESTAS. Que si pudieran te iban empujando pa que corrieras. Estos, si tuvieran carril derecho, por ahí que te adelantaban. Vienen 500 camiones en fila en sentido contrario, hay tres líneas continuas, agujeros de palmo en el suelo y un radar cada 10 metros y tú vas al límite marcado. PERO TIENES QUE CORRER MÁS, ABRAN PASO QUE VENGO YO. Yo, que soy conductora colérica, además de hacer algún gesto obsceno con el dedo corazón de mi manecita, voy frenando un poquito más. Hasta que entienden que o dejan de joder o voy a ser su peor pesadilla.

4. Los que se pican corriendo. Esto suele pasar, sobre todo, en dos tipos de ocasiones: coches deportivos pepinos que corren mucho y se pican, o si eres mujer y corres. Porque tú vas ahí con tu coche que corre, porque te dan igual los demás extras, pero que tenga bien de caballos, sin molestar a nadie. ERROR. Eres una mujer, no puedes conducir bien ni correr y siempre va a haber alguien que te lo quiera demostrar corriendo más que tú, adelantándote, porque quieren enseñarte que son MEJORES. Y cuando tienes el día bueno y tú toda amable te cambias de carril y dejas pasar a esa persona porque tiene que llevar a alguien que está de parto, por lo menos, a esa velocidad. Y te miran al pasar con cara de superioridad y tú estás ahí, a tu rollo, con tu música, cantando las Spice Girls. ¡Que me dejen correr tranquila, copón! Y además los distingues fácilmente porque una vez les has dejado pasar pierden el total interés por la velocidad (entiendo que el niño ya ha salido y ya, pues como que no hay prisa).

giphy (2)

5. Los que creen que la carretera/calle es suya. Aquí, y aunque me digáis que no hay que generalizar, incluyo, sobre todo, a los coches grandes y caros. Preferiblemente los SUV. Manda la ley del más grande. Y como son ellos, QUÍTATE-TÚ-DE-AHÍ-QUE-TE-PISO-CON-MI-SÚPER-COCHE-QUE-TODO-ESTO-ES-MÍO. Además, suelen reunir también alguno, o todos, de los requisitos anteriores. Tienen un sitio especial reservado en el infierno. Un día leí en el Mundo Today un artículo (no recuerdo el nombre exacto) sobre la fabricación de un BMW impulsado por el ego de su conductor. Pues llegarían hasta el infinito y más allá.

6. Los que en un atasco ahorran 3 milisegundos a base de cambiar de carril cuando uno empieza a moverse. Cambio, y ahora al otro; ay, no, que esta era la cola más rápida; venga, que ahí hay un hueco. Y así, van jodiendo a todo el personal y provocando aún más paros. Pero los demás damos igual y somos tontos porque estamos haciendo cola porque sí. Aquí incluyo, por no hacer la lista tan extensa y porque son primos hermanos, los que se saltan la cola por otro carril. Me explico: una entrada a una carretera. Todo parado y una cola bastante larga por el efecto embudo. Un carril al lado vacío porque lleva a algún sitia menos interesante ya que nadie va para allí. Pues que no falten los listos de turno que van por ahí y luego frenan, meten el morrico en la cola para meterse ahí por narices. ¡Y venga! Segunda cola hecha en el otro carril hasta que no tengan hueco para meterse. Y los imagines riéndose de los que estamos haciendo la cola de las personas respetuosas con los demás, pensando en lo tontos que somos. Pues mira, estos no son gilipollas sólo con el coche, me apuesto un guisante.

Ahora podréis entender por qué soy una conductora colérica, que acabo insultando al aire por encima de la música y moviendo los bracitos indignada. Porque a una le gusta conducir, pero como en todo en esta vida, aparece algún gilipollas y te lo jode. Os animo a enviar o añadir los especímenes que no aparecen aquí, porque no quería extenderme demasiado y porque creo que me estás subiendo la tensión a medida que escribo. Pero estoy segura que no son los únicos.

Pero sobre todo, y lo más importante: ¡Precaución, amigo conductor, la senda es peligrosa!