Hace ya tres semanas me hice una lesión en el gemelo y desde entonces no puedo despegarme de mis queridíiiisimas muletas. Pero hasta en los peores momentos hay que saber mirar el lado positivo de la vida, y aunque pudiera parecer que lesionarse y tener pa’ un mes sin volver a caminar no tiene ningún lado bueno, sí que lo tiene. Tiene uno genial: como tengo la pierna inflamada, no me cabe en mis pantalones, así que llevo tres semanas lesionada, sí, pero también llevo tres semanas en chándal.

Mi relación de amor con el chándal no tiene una fecha que poder recordar a modo de aniversario. Mi amor por el chándal es «de toa la vida», desde que era pequeña y mis padres me llevaban a Portugal a comprarme una colección de chándals de tactel a cada cual más cantoso por cuatro perras.

Es verdad que durante la adolescencia… bueno, pues ya sabéis, todos nos volvemos un poquito idiotas, y yo llegué a renegar durante un par de años de esta maravillosa prenda, más que nada porque en mi colegio teníamos un chándal «reglamentario» y más ridículo no podía ser, pero en cuanto escapé del colegio y entré de lleno en la universidad nuestra relación fue retomada con más fuerza aún si cabe.

Jude Law en chándal, hermanas
Jude Law en chándal, hermanas

Durante mi primer año de universidad estuve viviendo en una residencia de estudiantes. Una de las normas de convivencia era no bajar al comedor en pijama, y como yo nunca he sido de ducharme y arreglarme para bajar a desayunar ya monísima, porque lo que sí soy es bastante patosa comiendo y por lo que sea siempre consigo mancharme, convertí el chándal en mi mejor aliado, durmiendo con él y bajando a desayunar… sin pijama.

Reconozco que me llevé una gran alegría cuando las prendas de deporte comenzaron a ponerse de moda y el chándal, aunque más cuqui, más bonito, más moderno, (y más caro), logró por fin la categoría que nunca debió haberle sido arrebatada como prenda aceptada para salir a la calle. He de decir que en este caso yo fui una adelantada a mi tiempo y una trend-setter absoluta, porque yo ya llevaba años saliendo en chándal a la calle antes de que se pusiera de moda. Sin embargo, no quiero reclamar ningún mérito, que todo el mérito se lo lleve el maravilloso chándal, que tan cómodas y felices hace nuestras vidas.

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Oh chándal,

tú que viniste al mundo de la forma más barata imaginable

concebido para ser traje de batalla de niños y niñas

que se revuelcan por el suelo,

se caen y se hacen heridas en las rodillas,

permítenos ahora recuperar todo el tiempo que perdimos

creyendo que los vaqueros eran la prenda más cómoda.

Tú que nos confortas en el cansancio,

en la dejadez, en la resaca.

Tú que nos acompañas a por el pan

y a bajar al perro.

Tú que has sido capaz de convertir en pasarela de moda

el gimnasio de mi barrio.

Tú que nos abrazas cuando nos deja Bisbal:

No permitas que reneguemos de ti como lo hizo Chenoa.

chenoa-ropa

Ayúdanos en las mudanzas, en los días de compra, en los de limpieza general,

en las maratones de mi pueblo.

No nos dejes volver a caer en el vestido con leggins,

y líbranos de la sección de Asos de Activewear

que nos volvemos locas con los chándals de leopardo o camuflaje.

¡Gracias por existir y estar siempre a nuestro lado!