En WeLoversize somos muy fans de Masterchef, preferimos el Junior que el de los mayores, y con esta nueva edición Junior lo estamos disfrutando más que nunca. ¿El culpable? Un moquito de 8 años llamado Jefferson que dice ser más español que el toro de Osborne (“Si es la primera vez que vienes a España pues eres un guiri, pero yo no, yo ya español”). Este gaditano de acento inglés y pelitos locos nos ha robado el corazón desde el minuto 0, no se puede tener más arte ni ser más bonico. Nos ha enseñado muchas cosas en poco tiempo, y sabéis que todas las personas así se merecen un puesto honorífico en nuestro WLS. Cosas que aprendimos de Jefferson y que tenemos que aplicarnos a diario:

Ser positivo. Da igual que derrame la salsa tártara, él siempre ve el vaso medio lleno y sabe que con el poquitín de salsa que le ha quedado en el recipiente puede apañar algo majo.

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Compañerismo. Da igual que ganen puntos el resto y que él se coma un colín, cuando un compi gana él va corriendo desde la otra punta a felicitarle y abrazarle, cero envidias y cero competitividad, lo primero es alegrarse por tus amigos y luego meditar en lo que debes mejorar para llegar a sumar tantos puntos como ellos.

Humildad. Porque es un niño muy salao y sabe que a los jueces se les cae la baba con él, pero JAMÁS se ha beneficiado de ello (y sí, tiene 8 años pero a la vista está que muchos críos a esa edad son auténticos chantajistas y mamarrachos).

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Espíritu de superación. Él es su mayor crítico, siempre dispuesto a mejorar y a aprender sin machacarse, una actitud que le han inculcado desde pequeñito. Solo le teníais que ver ayer con su abuelo, llorando porque temía haberle decepcionado, y el abuelo (maravilloso) le dio un par de consejos brillantes y SIEMPRE apoyando al niño (a pesar de haber perdido la prueba).

Contagiar alegría. Siempre cantando y siempre feliz, solo le hemos visto llorar dos veces y fueron en el mismo programa y porque el pobrecito tenía una presión encima muy heavy (yo, con 33 me pongo a llorar no, a diluviar). La felicidad atrae a la felicidad, y si la gente te ve feliz es inevitable hacerte querer.

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Perseverancia. Porque aunque su español está por pulir, jamás ha tirado la toalla ni ha escogido la opción fácil que sería hablar en inglés. Es más, el día en el que Samanta le habló inglés él le dijo «por qué tú me hablas en inglés?», desmontando a la chef y a toda la audiencia. No se avergüenza de sus limitaciones y siempre está dispuesto a aprender.

Que comer es un placer. «Me encanta ser comedor oficial, porque así puedo comer mucho». Claro que sí, guapi.

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Monadita, desde aquí te queremos decir que eres todo un ejemplo a seguir, que con tus 8 añitos nos has dado una lección a todos y que te auguramos un futuro brillante si sigues con esa actitud. ¡Más Jeffersons en el mundo, por favor!

Redacción WLS.