Yo no sé en vuestras casas, pero en la mía siempre es un hecho histórico, cuando cualquiera viene a presentar a su pareja es que hay proyecto de matrimonio, hijo de rebote o hipoteca pendiente. Bueno, igual estoy exagerando un poco, pero sí es verdad que en casa no entra ningún cónyuge que no sea algo serio, es como un evento con su ritual incluido.

Preparas a ambas partes con antelación: por un lado, avisas a tus padres y hermanos de que has conocido a alguien, lo sueltas así, como quien no quiere la cosa, aunque ya llevéis juntos un lustro entero, les dices que es genial y comienzas a hablar de todas sus virtudes y logros, poco a poco, sin que se note que lo estás vendiendo like la teletienda de madrugada.

Sin embargo, a tu pareja en cuestión la preparas para todo lo contrario, para que no se asuste. A ver, son gente normal, mi madre tiene un poco de genio, mi padre es súper especial pero seguro que al final te cae genial. A mi hermano pequeño le gusta la misma música que a ti, seguro que podéis hablar de eso, va a ser súper guay.

EL POBRE NUNCA SABE DÓNDE METERSE.

 

Pero bueno, al final nunca es para tanto, tu familia es más maja que las pesetas y tu chorbo causa mejor impresión de la que te imaginabas, si es que en el fondo eres una superestrella que ha nacido en una casa ideal y has tenido buen gusto para echarle el anzuelo al titi.

Durante el ritual de los dos besos todo es genial, absolutamente maravilloso. Hasta que llega él: EL INTERROGATORIO. Suele estar co-capitaneado por mamá y papá y salen preguntas de todo tipo, de toda clase, de todo índole. Bueno y, ¿a qué te dedicas? ¿y tus padres? ¿tienes más hermanos? ¿dónde decías que vivías? Jamás te lo he dicho. Bueno, tú ya me entiendes.

Tú quieres que la tierra te trague, estás viendo al pobre sufrir y lo ves más nervioso que antes de irse a una entrevista de trabajo, entonces sueltas el típico ‘jaja, venga va, vamos a cambiar de tema’ y tus padres ceden, pero lo miran con cara de ‘esto no ha acabado aquí’.

Todo se desenvuelve con normalidad, la conversación fluye, se dedican a hablar de las batallitas que hacías cuando eras pequeña, todo es armonía y felicidad, tu estás contenta, pero a la vez estás nerviosa, es como que sabes que todo va bien, pero en el fondo no sabes si es tan bien como tú te crees que está yendo.

La prueba de fuego viene después, cuando ya ha terminado todo, cuando ya ha pasado la tormenta, cuando tu madre se acerca a ti con el veredicto, cuando sabes que está a punto de pedir el sobre para saber quién es el ganador del programa de moda, cuando la ves con esa mirada que no sabes muy bien cómo descifrar, cuando te esperas cualquier cosa, un ‘me ha encantado’ o un ‘menudo pieza’.

Te apetece gritar, chillarle, exigirle que no dé más rodeos y que te diga de una vez qué piensa.

‘Pues no está tan mal’.

¿¡¿¡PUES NO ESTÁ TAN MAL?!?!?! ¿¡¿¡¿EN SERIO MAMÁ?!?!?! ¿¡¿¡¿ESO ES TODO LO QUE ME TIENES QUE DECIR?!?!??!

Hate, hate absoluto hacia la señora que te dio la vida, ¿cómo que no está tan mal? Eso es como quedar empate, menudo mojón. Yo prefiero una victoria o una derrota, un poco de salseo señora, dame drama, dame vida. Pero no chicas, no hay manera, tu novio no está tan mal y con eso te tienes que conformar.

¿Y ustedes? ¿Meten a todas sus parejas en casa o solamente a las ‘importantes’? Díganme cómo lo hacen, que creo que me toca presentar a un señor en breves y estoy atacaita. Todo consejo será bienvenido.